La ruta que hace poco se trazó en Baja California con un gobernador que quiso saltarse la ley y la voluntad popular pero que terminó desinflado y desahuciado por la Cuatroté que lo defendía al inicio de su sueño guajiro, parece ser la misma que se diseña para un Alfonso Durazo Montaño en Sonora.

La diferencia es que en el caso del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana todavía ni siquiera tiene formalmente la candidatura en sus manos, y aunque la tuviera, al contrario del vecino Bonilla, no está sentado en el poder del gobierno estatal, como lo está en este momento el PRI. Habría que ver cómo Durazo remonta el 2.8 por ciento de los votos que obtuvo MORENA en la última elección estatal (2015) y cómo enfrentará al prianismo de Sonora, porque juntos alcanzaron casi el 88 por ciento de los comicios de esa contienda donde Claudia Pavlovich abonó la entidad para el PRI con el 47.59 por ciento.

Pero más allá de los devaneos electorales, esta circunstancia revela en parte –o en muy buena parte– el deseo del presidente por no contar con una estrategia a largo plazo en el tema de la seguridad pública, decididamente depositada hoy en las fuerzas armadas, pues “dejar ir” al polivalente Durazo a una candidatura demuestra que la operación en pro de la seguridad ciudadana no es prioritaria y puede ser construida en pedazos a lo largo del sexenio.

De lograrlo, Durazo pasaría a la historia como uno de los funcionarios de primer nivel que logró trascender los corrillos del Palacio Nacional de al menos tres signos partidarios y luego montarse en la silla de una gubernatura, casi casi como García Luna, caído en desgracia. Como se sabe, Durazo Montaño fue secretario particular del priísta Luis Donaldo Colosio, luego vocero y secretario particular del panista Vicente Fox, y desde 2006 anduvo pegado a Andrés Manuel López Obrador, que lo hizo candidato –perdedor– al Senado, y después diputado federal en 2012. Tras el triunfo de MORENA en 2018, AMLO lo nombró titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. 

Como estratega, que no pasará más allá de esta semana, Durazo ha dicho estar a favor de la presencia militar en las calles, pero con la idea de ir supliendo paulatinamente a los elementos del ejército mediante la formación de policías (El País 07/08/2018).

Pero ya no le alcanzará. Su objetivo es el poder en una entidad en la que habría de enfrentar al crimen organizado que ya le mandó una fuerte, sangrienta y dolorosa señal en Bavispe, su lugar de origen, con la ejecución de varios miembros de la familia Lebarón. Ya veremos que estrategia implementa, pierda o gane la gubernatura.