Maru Campos se hace la ruda en Nuevo Casas Grandes
Es bien sabido lo despreciable que es cuando una persona busca erigirse en grandeza sobre las miserias del contrario, sea oponente o no; y eso es precisamente lo que ha hecho la gobernadora Maru Campos, sin obvio éxito, en el municipio de Nuevo Casas Grandes, aprovechando la mala fama de su alcaldesa, Cynthia Ceballos Delgado, quien renunció hace tiempo a su origen petista-morenista para irse, supuestamente, por la libre, en cuanto a filias partidistas.
Durante una reciente gira de trabajo por el noroeste, Campos Galván volvió hacer uso de sus conocidos desplantes verbales (ya no sabe de otra) para dejar en claro el desprecio que siente por la titular del Ayuntamiento neocasagrandense, pero sobre todo a sabiendas de que Ceballos Delgado ha sido acusada de estar al servicio de la delincuencia organizada, con efectos ciertamente devastadores en materia de seguridad pública para esa región, con el agregado de que la mayor parte del cuerpo policiaco fue desarmado y no pudo pasar los exámenes de confianza implementados por Seguridad Pública Estatal. La corporación, está, se dice, infectada hasta la médula por el crimen organizado.
Durante su gira, Maru Campos dijo en esas tierras que van a “jalarle las riendas” a la alcaldesa, como si la autonomía municipal, por decirlo constitucionalmente, no existiera. Maru le aplica al más pequeño que encuentra, la dosis de la que constantemente se queja que le recetan a ella desde el Poder Ejecutivo federal. Pero es un mecanismo recurrente en los gobernadores de Chihuahua, porque lo mismo hicieron en el pasado mandatarios de todo tipo, incluido el otro panista, Javier Corral Jurado.
La gobernadora quiere exhibir mano dura, pero lo hace contra un municipio casi indefenso. En lugar de utilizar la elemental fuerza del estado permitida, con estrategia y determinación, recurre a las amenazas y al cliché que ella misma ha impuesto sobre sí misma y su forma de gobernar: la palabrería.
El noroeste de la entidad está controlada por el narco, aunque el propio presidente de la república lo niegue. Lo saben quienes habitan esas comunidades. Los ejemplos van desde Guadalupe y Calvo hasta Janos y Ascensión, pasando por Cerocahui, Madera, Zaragoza, Buenaventura, Galeana, y los municipios conurbados de Casas Grandes y Nuevo Casas Grandes.
La sierra, como hemos visto, no es favorecida ni en vigilancia permanente ni en métodos efectivos de disuasión del crimen. Se acude ahí por un efecto de hartazgo de la sociedad, o cuando ya es irremediable que los hechos violentos trasciendan a la luz pública, sobre todo hoy, que casi cualquier persona puede tomar fotos y videos y subirlos en tiempo real a las redes de internet para retratar la realidad, así sea de manera casera.
Esas energías que utiliza Maru en contra de NCG, deberían bastarle para enfrentar con mayor resolución y eficiencia al crimen organizado en los municipios serranos, a donde las policías estatales sólo van en caravana, a tomarse la foto, para tapar el pozo cuando el niño ya está ahogado, como dice el dicho popular.
En todos lados hay piratas que asaltan el poder, pero también hay carroña que actúa sobre los despojos. Lo lamentable aquí es que, en medio de esas refriegas, el que más sale perdiendo es el ciudadano de a pie.