Exactamente antier, al calor del Día de la Constitución, que de suyo trajo noticias, se dio a conocer la reaparición de la Confederación Nacional de Gobernadores (CONAGO), fundada como un aparato priista en 2002 para resistir la derrota electoral del año 2000 y el ascenso de Vicente Fox a la Presidencia de la república, gris personaje que malbarató la oportunidad de brindar al país un federalismo real, en particular en materia hacendaria.

Menciono el Día de la Constitución ni más ni menos porque la que se conmemoró prohibe de manera expresa las alianzas entre entidades federativas. El precepto no admite más interpretación que la gramatical, simple y llanamente lo prohibe. Y qué mejor oportunidad que el Día de la Constitución para violarla.

Sobre eso se ha insistido por no pocos juristas, aparte de que su historial hasta este momento arroja mucho turismo político y nulos resultados, ni siquiera como pálido contrapeso a la omnímoda Presidencia de la república.

El gobierno actual de López Obrador había mandado a la CONAGO al ostracismo político, como algo que no había servido para nada, aparte de que creaba un referente que hacía pensar en una debilidad del Ejecutivo federal. Pero ahora resulta extraño el motivo para su renacimiento, cuando más de veinte gobernadores son de MORENA, más los que engorden la lista este año con los resultados que se produzcan en Coahuila y en el Estado de México, el primero con la candidatura del carbonero Armando Guadiana, y el segundo con Delfina Gómez, que lleva la responsabilidad mayor de marcar la hegemonía de la Cuatroté rumbo a la elección de 2024.

No hubo ningún gobernador, ni gobernadora, que cuestionara el resurgimiento de la CONAGO, ni siquiera como pregunta de trabajo. Salomón Jara, el gobernante oaxaqueño de extracción morenista que presidirá este año la CONAGO, ha declarado que se empleará para encarar una agenda que en realidad no tiene que ver absolutamente nada que no sea en el ámbito de las atribuciones que las constituciones locales otorgan a los ejecutivos de las entidades.

En mérito a esto, no resta sino pensar que se trata de un aparato más de corte electoral y territorial para transitar hacia la elección de 2024 con amarres más sólidos al Palacio Nacional y los propósitos expansivos del lopezobradorismo.

Por lo pronto, el turismo oficial continuará en todo su esplendor, como en ese pasado que tanto condenó en sus campañas el hoy presidente de la república.