Columna

MORENA: nuevos líderes, viejos tutores

Ajeno a todo lo que es definir perspectivas y propuestas para la complicada circunstancia de Chihuahua, el partido MORENA eligió, ¡luego de siete años!, a quienes ocuparán sus cargos de dirección.

La pugnacidad caracterizó esta larga etapa, pero la ambición, contenida en proyectos de poder hacia 2024, obligó ahora a los grupos internos a compartir los espacios de un partido nominalmente de izquierda. Ahora es un partido rico, con dinero y burocracia de nómina.

MORENA hace mucho le dijo adiós al trabajo espontáneo, voluntario y ciudadano que sería nota distintiva de un partido de izquierda. Desde luego MORENA no es la única izquierda en Chihuahua.

Hubo alharaca en los medios a falta de noticias estrujantes, como las que recién tuvimos, y se exhibió a MORENA como lo que es: un partido de estado. En este marco, está lejos de ser un ente de interés público, si por tal concepto entendemos un papel de construcción de ciudadanía libre para la competencia por el poder público, que es el espíritu de la Constitución en esta materia.

Como en el PRI, las fronteras de gobierno y partido son imperceptibles, y más aparece MORENA como extensión del gran poder que tiene bajo su dominio el funcionariado gubernamental. En este sentido, es una especie de cuarta etapa del viejo PRI.

De esto se desprende que los dirigentes formales que fueron electos, aparezcan en los medios como simples apéndices de los que están en la burocracia, y no como líderes auténticos de un partido con su propia autonomía frente al poder.

Así, los nombres de los recién llegados son desconocidos y apenas empiezan a circular. Lo que se subraya es su carácter de apéndices de los que están en cargos importantes dentro de la burocracia federal o municipal. De la presidenta electa, lo que se conoce es su dependencia de Carlos Loera de la Rosa, el súper delegado, y del presidente del Consejo Estatal sólo se dice que es un peón de Cruz Pérez Cuéllar, el alcalde juarense.

Estos son los mandamases y le imponen al partido sus rivalidades. Entonces, en MORENA el poder lo ejercen los tutores. Los dirigentes formales son incapaces. Es la vieja máxima de que aquí en esta oficina está el presidente, pero el que manda vive enfrente.

Así las cosas, más que política hay arqueología, y ya hay líderes que ejercen en MORENA que están cautivos de esos viejos tutores.