A los antiguos y prominentes políticos priístas que gobernaron el municipio de Chihuahua ya no les queda más que añorar sus “glorias pasadas”. Marco Bonilla les ha puesto la alfombra roja, disque para crear una cosa llamada “Concejo de Exalcaldes de Chihuahua”, cualquier baratija que eso sea, porque en la ley, lo que se dice ley, ese órgano no existe.

Ese concejo es la pantomima que hace Bonilla para aparentar unidad, que juntos sí van a poder. Juntos, los corruptos políticos sólo ansían que alguien los tome en cuenta.

Bajo esa divisa, el alcalde panista chihuahuense se reunió con Rodolfo Torres Medina, Mario De la Torre, Eugenio Baeza Duarte (¡uf!, ¡que huele a BAFAR!), Patricio Martínez, Alejandro Cano (a la espera de estructuras para puentes) y José Reyes Baeza. Estos son los especímenes tricolores. Por el PAN, Álvaro Madero, la famosa Manque. Los ausentes fueron Carlos Borruel, Juan Blanco, Marco Quezada, Javier Garfio y, obviamente, Maru Campos, que estuvo en espíritu con el alcalde.

En realidad, ese elenco no sirve absolutamente para nada, sino para anunciar un viejo camino que ya se recorrió y nos ha llevado al desastre. Allá el párroco Bonilla, perdón, el alcalde.