Como si a la sociedad chihuahuense y a las personas que la integran –titulares del derecho a la información– le hiciera falta una “columna política” más, un periódico de cuyo nombre no me quiero acordar, estrenó este domingo Café con piquete, por la que responde “la redacción”, seguramente en pleno. La cabeza es Chihuahua, y cual página de Sociales, engalana la portada un par de damas priístas, ambas senadoras: Graciela Ortiz y Lilia Merodio.
Textos de esta naturaleza no tan sólo no nos faltan; al contrario, son tan abundantes que sobran, esencialmente porque contribuyen a enrarecer el espacio público con chismes estériles, ausencia de crítica, con difamaciones y servicios a modo a quienes con intereses muy identificables pugnan hoy porque durante el año entrante se continúe un esquema de poder que no los deje fuera del presupuesto. En este género, Chihuahua quiere ráfagas de aire fresco.
Es tiempo de realizar una reflexión colectiva en torno a este género periodístico. ¿Qué es una columna política?: empecemos por decir que no es ni Café con piquete, y ninguno de los dos por separado. Desde el punto de vista de la sagacidad del escritor –lo estimó así don Daniel Cosío Villegas– tanto la columna como lo que aquí se conoce como el editorial debe llevar una cierta carga de “mala leche”, pero esto no significa avanzar en el concepto de la descomposición o la putrefacción. No. Es el recurso o ardid mediante el cual el buen escritor atrapa a los lectores, los hace que muerdan el anzuelo, para que al final puedan obtener y gozar de una buena entrega en el sentido proactivo hacia la sociedad. Pero no solo, este género ha de cumplir una función, teniendo en cuenta el espectro de los lectores, y aquí es donde cojea de la pata derecha la que comentamos: de hecho, para ellos la política está ubicada exclusivamente en lo que suceda en los círculos del poder, y específicamente todo lo que englobe el priísmo. Fuera de esa frontera no hay nada, y eso es profundamente lesivo a los intereses de una opinión pública plural, y a la larga del mismo medio como empresa. En pocas palabras, en esto no hay nada nuevo y en el nombre de Café con piquete lleva el germen del fracaso, porque esa bebida es propia de los funerales, cuando de lo que se trata es de velar un cadáver.
Minerva Castillo, la opaca
La priísta con larga carrera burocrática, Minerva Castillo, labora pacientemente por seguir escalando en posiciones del poder a las que parece ya se abonó de por vida. Ella se ha ganado un lugar en la política local del PRI por ser la campeona de la opacidad y la impunidad por la cual recibió el premio de la diputación federal. Tres años en su desempeño como presidenta de la Comisión de Vigilancia del Congreso del Estado (2004-2007) la graduaron como la tapadera del saqueo de las arcas públicas. ¡Cuidado, quiere hacer más de las suyas! Y para lograrlo ya se cobija con el manto protector de la casa Delicias, esa que en un acto de indignidad para sí misma dejó pasar a Tony Meléndez a la Cámara muy baja del Congreso de la Unión, bajo los acordes de la rola Necesito decirte.