Mario Delgado, o de la sacarina política
Mario Delgado tiene características farmacéuticas. Van dos símiles, es como la sacarina: ni endulza, ni engorda. O como el lema del Dr. Simi: lo mismo, pero más barato. Ese par de verdades se pusieron en evidencia con su reciente visita a Chihuahua a inaugurar unos cursos de dogmas y fanatismos. Ellos le llaman de “formación política”.
Su pasado: fraude para llegar al cargo y retenerlo, su participación en la línea 12 del metro de la CDMX, lo pintan de cuerpo entero en la escena nacional como un político a la usanza del viejo régimen, y pretender abrirle la puerta de MORENA a Javier Corral Jurado, lo confirma.
Por esa causa, su visita a Chihuahua pasó desapercibida, salvo por un hecho notorio: la pretendida rehabilitación del fracaso político llamado Juan Carlos Loera de la Rosa, un hombre que hoy se quiere poner la mascara de institucional.
Nada que no se haya visto en un tartufo de parroquia: hipócrita y falso, o si lo quiere aderezar para que no suene tan fuerte, un helado recubierto de chocolate.