Aparentemente se trata de la inversión que tiene un conocido dicho popular. En el discurso oficial, tanto de Peña Nieto como de César Duarte, el país avanza en dirección de recuperar la seguridad y la paz en detrimento de la inseguridad y la violencia. Los hechos nos dicen otra cosa, como todo mundo lo sabe, a partir de la fuga de Joaquín Guzmán Loera. Localmente, en las últimas semanas la violencia se ha recrudecido y se justifica señalando que son excepciones, casos aislados; pero ya son tantos que han terminado por convertirse en la regla y a nadie convence una estadística amañada en la que se dice que antes estábamos peor. La realidad es que la sangre corre y la impunidad prevalece.
El día de ayer fue asesinado el director de Seguridad Pública del municipio de Valle de Zaragoza, demarcación que se encuentra intermedia entre Satevó y Parral. El director asesinado, Juan Carlos Delgado Zúñiga, fue ultimado junto con dos policías que estuvieron a su cargo; se trata de Gerardo García Gutiérrez y Fernando Osorio Ventura. Hay además un herido. Se trata de la enésima agresión a un cuerpo de seguridad, con todo lo que esto implique: si porque estaban haciendo bien su trabajo, la pagan; y si estaban coludidos con el crimen, también la pagan, lo que nos habla de una selva chihuahuense, producto de la falta de presencia del Estado en varias regiones, pero no solo: lo más grave es que en esas regiones quien manda y ejerce poder y ha monopolizado el ejercicio de la violencia es el crimen organizado, frente al cual el discurso de César Duarte cae por tierra, precisamente por mentiroso.
Otro hecho refuerza lo que decimos. En la tradicional región del crimen, Guadalupe y Calvo, “levantaron” a nueve personas y posteriormente fueron encontradas cinco de ellas muertas. Eso aconteció en la comunidad de Casa Quemada, y por lo que se ve los cadáveres fueron pasados a cuchillo. Sus nombres se conocen a través de la prensa y no tiene caso reseñarlos aquí; queda el hecho como otro más de la violencia endémica en esa región de nuestro estado, a donde no ha llegado ni la seguridad ni la paz que se presume en el discurso oficial.
Para terminar este breve texto, ayer fue ejecutado un abogado más en las inmediaciones de la calle 20 de Noviembre y 31, de la ciudad de Chihuahua. Se trata de Jorge Arturo Rico Luján. Su acompañante quedó herido.
Tres hechos, tres regiones, tres reglas que confirman la excepción: el discurso oficial languidece, ante una realidad que la desmiente los más de los días.
La justicia en dos mundos
De Londres nos llega la noticia de que el parlamentario John Sewel, a sus 69, fue sorprendido en una fiesta con odaliscas. Quizás le quedó el recuerdo de sus antiguas glorias coloniales y quiso evocarlo suministrándose varias rayas de cocaína, poniéndose un sostén que probablemente lo necesita, porque en la edad adulta a los hombres les crecen las mamas, pero sin hacerse cargo de su pertenecia a la aristocrática Cámara de los Lores, donde presidía precisamente la comisión de Conducta y Privilegios. Tampoco tomó en cuenta las posibles ofensas a su familia, y digo posibles porque por allá pueden ser hechos de la vida cotidiana. Y vean ustedes cómo se da la justicia, con diversas varas en diversas partes del mundo: en Inglaterra, frente a un hecho publicado por la prensa de escándalo y ante la mera posibilidad de que la Policía Metropolitana de Londres iniciara la investigación, el lord solicitó su renuncia y ofreció disculpas para limitar el daño a la reputación de la cámara alta del Reino Unido.
Aquí veamos la otra vara: Peña Nieto recibe obsequios del tamaño de la Casa Blanca, manda a su esposa a hacer una declaración en cadena nacional, regañando a los mexicanos, y c’est fini. Videgaray con su mansión de Malinalco y Osorio Chong simplemente imitaron a su jefe, y de nuevo c’est fini. César Duarte se enriquece ilícitamente, se coloca junto con sus funcionarios cómplices (Jaime Herrera Corral, Carlos Hermosillo Arteaga) en conflicto de intereses y, muy equivocado, piensa que c’est fini. En su caso, hasta pelo se siembra en la tatema por si algún día le puede adosar un pelucón de lord.
Dos varas, dos justicias; dos países, dos prácticas del Derecho.
Quepa en descargo de lord Sewel, que con tan emblemática edad, probablemente no le quedaba de otra.