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El previsible retorno de Juan Carlos

Obviamente que no hablo del rey de España mataelefantes, me refiero a la reiteración de la Cuatroté de negar el sentido esencial del federalismo que pervive en la Constitución como una especie de literatura de ficción para el presidente de la república.

Todos saben la historia reciente: Juan Carlos llegó a la candidatura de MORENA por un dedazo carente de pericia política para la circunstancia. Lo precedió su nombramiento de procónsul para lo que se concibe como una provincia de romana región en el antiguo imperio de los cesares. 

Defraudando escaló en sus aspiraciones: aprovechó el cargo inicial para apalancarse, en unos meses, y chequera en mano recorrió el estado, impuso a sus favoritos, publicó un libro con el cual burló la prohibición de hacer precampaña en tiempo no legal, se presentó con la fe de un carbonero que le quema incienso día y noche a López Obrador y fue incapaz de generar un consenso triunfador, entre otras razones porque MORENA, como estructura, se queda por abajo de lo que algún tiempo fue el PRD.

Como una nueva edición de moreno empleomano, después de su debacle electoral, impugnó sin sostén jurídico alguno la elección de la panista-priísta María Eugenia Campos y pasó a ocupar su abandonado escaño en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, donde en unos días más se le acabará la dieta, razón de más para volverlo a colocar en el cargo federal que López Obrador le ha dado. El ensayista Garizurieta pervive en su frase: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. 

Hasta aquí, nada que no se haya dicho por tirios y troyanos. El comentario de fondo se produce al contestar la pregunta: ¿a qué regresa Loera de la Rosa a Chihuahua? Sin duda, a cubrir una función que no está ni en el interés público, ni mucho menos en los principios democráticos de una administración pública que despliega su labor. 

Viene a apoderarse de una raquítica hegemonía en el partido MORENA. Viene a pastorear diputados locales, a contrapesar su herencia, que lo mismo se puede llamar Cruz Pérez Cuéllar o cualquier otro duartista que colocó como diputado. Eso, en lo interno. 

Hacia afuera, aunque jure y perjure lo contrario, viene a convertirse en una piedra en el zapato de la administración de María Eugenia Campos Galván, a perturbar, con intereses que no son los de los ciudadanos, la gobernabilidad, y no porque simpatice por lo que viene, que de sobre lo he criticado, sino porque lo que viviremos será la intriga cotidiana y no el empleo de la política como tal. Viene a la intriga barata, a la zancadilla rudimentaria, pues estará más preocupado por el tema de la revocación del mandato del próximo 21 de marzo de 2022 y, of course, la elección presidencial y congresional de 2024. 

Va un precedente: tanto Loera como Maru Campos deberán atenerse a los diagnósticos publicados por el CONEVAL, y es de subrayarse que en extraño artículo del primero, se pliega a “los otros datos” del presidente, lo que abrirá la puerta para que la futura gobernadora también aduzca los propios. Al respecto cabe decir que le tengo más confianza al CONEVAL que al pronunciamiento de Loera, que, como buen fanático del lopezobradorismo, no acepta el más mínimo estudio de la realidad que discrepe con sus intereses. 

López Obrador ofreció que con él llegaría un nuevo régimen. Y lo que estamos viendo: no es tan sólo el regreso a los tiempos de Luis Echeverria, sino la mismísima reedición de los estilos de Porfirio Díaz, que para apoderarse de las entidades federativas siempre contrapunteaba a los gobernadores con sus agentes federales. 

El retorno de Juan Carlos llegó precedido del intercambio a modo de medallas entre López Obrador y Corral. Se cocinó en la pasada visita del presidente y en los elogios que este le tributó a Juan Carlos, que lo pinta como una maravilla, aunque aquí se piense y perciba lo contrario. Suena a castigo: conmigo llegó y conmigo se va, como acostumbraba decir Porfirio Díaz.

Por lo demás, enfatizo que en el caso de Chihuahua hay un caldo de cultivo especial: los oligarcas estarán en el poder con María Eugenia Campos y eso puede facilitar ciertos éxitos circunstanciales al ya mirrey, perdón, virrey.