Manuel Espino es un fascista venido a menos. Solo el oxígeno de MORENA ha logrado recolocarlo en escenarios políticos donde hace el ridículo.
Llegó con Francisco Barrio a Chihuahua y mostró su veta reaccionaria y patológica. Luego se encumbró y fue líder nacional del PAN y muy influyente con Vicente Fox. Defenestrado en todas partes, se refugió en el obradorismo y hoy es diputado federal.
A falta de propuestas serias, acaba de proponer que el gobierno dialogue con los narcos. En un descuido y García Harfuch le agarra la palabra, empeñado en inteligencias prospectivas.
No otra cosa se puede esperar de un fascio redimido.