Va mi solidaridad para Mariela Castro por la censura que ha padecido a manos de los periódicos de Osvaldo Rodríguez Borunda (El Diario), censura que además priva a sus lectores de sus análisis. El daño es por partida doble, a ella y a la sociedad que tiene en la libertad de expresión un valioso instrumento para la democratización.

El artículo censurado es “El Broadway que no fuimos”, que ha circulado a través de las redes sociales en calidad de rechazado por esta prensa comercial. Abordó el tema de la puesta en escena “La golondrina y su príncipe”. Se trata de un buen texto destinado a contribuir a una visión crítica sobre la incultura política de la clase gobernante en un tema que ha ocupado la atención de los chihuahuenses despreciado por el periodismo a sueldo, lo que resulta en una contradicción de lo que el periodismo a secas debiera estar atendiendo de manera primordial. El texto de Mariela Casto lo puede leer en ESTE LINK

Si bien el daño que hace a la sociedad la censura, no está suficientemente posicionado como un problema de la comunidad y la ciudadanía, hoy como nunca se padece ese cáncer como consecuencia de los muchos millones de pesos con que engordan sus arcas los periódicos vendidos, particularmente los Diarios propiedad de Rodríguez Borunda, encargado hoy por hoy de hacer circular únicamente la verdad oficial del gobierno panduartista de Maru Campos, con grave daño al derecho a la información del que somos titulares todos.

No es la primera vez que El Diario desprecia a sus periodistas, columnistas y colaboradores. Aparte de beneficiarse de un trabajo impago, se da el lujo de practicar esta censura, como en el caso del artículo de Mariela Castro.

Al final, pero de ninguna manera al último, está el papel que juega en todo esto la ausencia de solidaridad de los periodistas en general (explicable por los que viven del chayote) pero sobre todo de los que se supone tienen independencia. No entienden que lo que ha sucedido a otros con la censura de Osvaldo Rodríguez y sus escribidores a Mariela Castro mañana les sucederá a ellos, salvo que depongan sus armas.

Me es imposible abordar con exactitud el daño que causa esta censura, porque seguro estoy que a El Diario ya muy pocos lo procuran y menos lo leen. El minúsculo atado de periódicos que llegan a los expendios, así como llegan se devuelven. Pero censura es censura.