Ayer, con la visita a Chihuahua de Claudia Sheinbaum, vimos escenas que parecían ya olvidadas, como aquellas del cine viejo y malo que uno piensa que jamás van a volver a ver. 

En las calles aledañas al centro de la ciudad de Chihuahua había camiones y otros vehículos con los cuales MORENA acarreó al pueblo bueno y sobretodo espontáneo, que fue a vitorear a la candidata morenista. 

Ni la canícula impidió la concentración cuando el sol caía a plomo, porque los diestros porteadores de masas humanas ya habían hecho su trabajo y ahí estaría, por propio pie, la masa saludando a los que piensan será la futura presidenta del país. 

¿Pero qué importa la adversidad del clima, si se repartieron sombrillas que le dieron un colorido de mitín coreano a la concentración? 

Es una escenografía que el PRI montó durante muchos años, y que MORENA, que no son iguales, ni roban ni traicionan, puso ante los ojos de Chihuahua que las viejas prácticas jamás se olvidan. Hubiera sido un exceso que se entonara el himno que Andrés Manuel López Obrador compuso para el PRI tabasqueño, y no precisamente con los mejores versos dignos de un consentido del gran poeta Carlos Pellicer Cámara. 

Cuando se trata de corridas de toros, soportar el sol se convierte en mérito. Agustín Lara hasta dijo que no cambiaría su barrera de sol para ver a Silverio Pérez. Pero seguro estoy que esa barrera para ver a Doña Claudia, y más para escucharla, sí se cambiaría por un minisplit. 

Cuando el mitin se disolvió, pude observar como regresaban a sus lugares esas masas, cansadas, mustias, calladas, hambrientas. Igual que en los viejos tiempos del PRI. 

Pero si a narrativas vamos, nada más les faltó decir que la concentración de ayer es algo así como la toma de Juárez en mayo de 1911. Ya saben cómo les gusta la historia. 

En realidad, es un espectáculo montado y caro, que prácticamente todos los partidos repiten, aunque algunos lo hacen con más discreción.