Los últimos gobiernos de Chihuahua, de manera invariable, al entrar han reformado la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo. Lo han hecho a la bartola, con descuido, pereza, de manera relajada, sin preocupación. En el actual quinquenio, aparentemente, se esmeraron en crear la Coordinación Ejecutiva de Gabinete, con una redacción que es un verdadero galimatías y en la que, al gusto del que iba a ser el titular, figura la palabra “sinergia”, con la que se les llena la boca a los grandes empresarios, casi casi como si fuera un mantra cósmico.

En realidad, bajo ese pomposo nombre lo que se creó fue una aviaduría para subsidiar el pago de Gustavo Madero Muñoz, ahora pretendiente de una senaduría que no es fácil de alcanzar. Llega a la vacante otro empresario (para los panistas, son los paradigmas de su democracia): Ismael Rodriguez Gallegos, que tiene una historia y relaciones políticas de las que vale la pena ocuparse a la brevedad. Por ser hoy lunes de guardar, lo pospongo.

Hasta ahora, la tan traída y llevada Coordinación no ha servido más que de vestimenta aparente de un nuevo esquema gubernamental. En verdad es un gasto duplicado –en tiempos de vacas flacas– pues el secretario general de Gobierno puede asumir la tarea como ha sucedido desde los tiempos de don Porfirio, los Terrazas y los Creel, linaje del que inauguró el cargo.