La “ruptura” que se ha dado en el PRI, con la confrontación César Duarte-Marco Quezada requiere de pulir la pluma para abordarla como se merece. De ahí que en esta entrega me detendré únicamente a comentar la miseria intelectual, política, gramatical, discursiva, moral y humana que muestran los aspirantes priístas a la gubernatura de Chihuahua en 2016, ya que todas sus opiniones confluyen en el manejo que dan a su práctica y que es propio de una mafia, más que de la militancia de un partido político que se precie de tal. Marco Adán, sin entender de manera interesada que no puede estar en la impunidad por el suceso del Aeroshow, acusa de que se le quiere inhabilitar para descarrilar sus pretensiones; Duarte le contesta que se está curando en salud (¿sabe él que está en salud?), de donde se desprendería que no hay problema alguno.

La candi-chela Ortiz se dedicará a “esperar los tiempos” (mátense que desde aquí los veo). El siempre huésped de esta columna, Javier Garfio Pacheco, confiesa “no tener una aspiración clara” (para él nada es claro, a pesar de que hace tiempo ha venido manifestando sus pretensiones) y el asunto le parece prematuro, aun cuando el niño candidato que se espera pronto salga del útero tricolor, ya está llorando en busca de oxígeno. Pero el campeón en todo esto, empatado con otro que luego comentaremos, es Enrique Serrano, que ayuno de todo conocimiento topográfico dice que hay “suelo parejo, pero distintas alturas” (como mafioso que es, sabe que el capo está por encima). El empate lo tiene con el cínico Héctor Murguía, que sin rubor alguno expresa que si dice lo que su corazoncito siente por la gubernatura, lo van agarrar “a madrazos”; por eso para él lo de calladito se ve más bonito es un apotegma, aunque realmente su gran parecido con Hermelinda Linda no le permitiría belleza posible alguna. Por último, Ternurita Medorio se limita a decir: “aspiro a la gubernatura”, y ya la trabaja como sólo ella sabe hacerlo: de cara a Beltrones.

Para estos políticos la crisis no existe, el diferendo se reduce a lo insustancial; hasta parecieran decir: ¿Marco Quezada?, ¿quién es Marco Quezada? Ojalá y Chihuahua se diera cuenta de que esta recua de políticos integra la flaca caballada que aspira a prolongarse en el cacicazgo que pronto dejará vacante César Duarte.