
Frente a Trump, México y Canadá tienen lenguajes divergentes
En las relaciones entre estados, más cuando son de diverso peso económico, el tono y los matices del lenguaje que se cruza suelen ser las claves de los problemas reales que perturban la vida de países enteros. Como se sabe, estamos a unas horas de que el presidente Trump decrete o no aranceles que afectarán la economía de México.
Ese lenguaje no se queda en los límites de la diplomacia, en la que nuestro país reporta un déficit, ahora que encabeza la cancillería Juan Ramón De la Fuente. Va mucho más allá porque se involucra una multiplicidad de factores que van desde los empresarios mexicanos hasta los grandes dueños de los consorcios más influyentes de los Estados Unidos.
Se han visto estas asimetrías en el lenguaje si tomamos en cuenta cómo se ha pronunciado Canadá a través de su nuevo primer ministro y cómo lo ha hecho México, que son los dos países en los que rige un tratado comercial (T-MEC). Mientras Canadá encara el problema en una especie de tú a tú con la potencia estadounidense, México presume prudencia, cautela, y a lo más que llega es a declarar que no va a una política de ojo por ojo, sino que buscará acuerdos. El gobierno de Sheinbaum se dice muy defensor de la soberanía nacional, pero su discurso parece transitar por otra vía, que es altamente preocupante para el futuro de nuestro país.
Hay analistas de la escena internacional, que desde luego pueden concitar coincidencias, o que se trata de agentes ligados a los círculos de poder en Estados Unidos, quienes conjeturan que a la hora de la hora, frente a los aranceles, Claudia Sheinbaum va a bajar la guardia. Incluso se dice que sería a bajo costo por el consenso social que la respalda. En el fondo, lo preocupante es que en el círculo cercano a Trump se ve con muy buenos ojos que lo que se está construyendo en México es un autoritarismo dictatorial, conveniente a la geopolítica del imperio.
Entre tanto, hay retraimiento en la inversión, porque no se sabe a ciencia cierta qué decidirá Estados Unidos en esta materia comercial y en otras, porque la misma reforma judicial contribuye a crear una mayor incertidumbre. En este sentido, el gobierno de Trump tiene manga ancha para seguir jugando como lo hace; pero eso no quiere decir que no avance en otras direcciones, donde quedará más que satisfecho por lo que reciba.
Y ya que hablamos conjeturalmente, ¿no será que a Omar García Harfuch nos lo estén adiestrando para que sea el Bukele mexicano? Por lo pronto, en las próximas horas, sabremos qué dice el planetarca.

