Columna

Elección judicial: las piernas de Lulú

El proceso electoral para elegir jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte está en curso; acaba de arrancar, y durante dos meses las redes sociales se van a saturar de múltiples formas de publicidad y propaganda. En el estado de Chihuahua, donde se escribe esta columna, la “renovación” del Poder Judicial será al cien por ciento; aquí no se andan con medias tazas, como sucede con el proceso federal.

El gobierno panista porfía que en alianza con el PRI, el PT, MC, el Verde y los factores empresariales se llevarán todas las posiciones, o muy buena parte de ellas. Y cuando señalo partidos es porque estarán presentes aunque se afirme de mil maneras que no será así.

En el horizonte se pronostica un alto grado de abstencionismo. En primer lugar por la incomprensión generalizada de la reforma; porque el argumento de que será “histórica” y “democrática” simplemente no convence. Pero además porque sin la mediación de los partidos las trabas son mayores para mover el voto, aunque estarán presentes, como ya se ha dicho.

Lo que mal ha empezado, mal acabará. Por la importancia que tiene la Suprema Corte de Justicia de la Nación es conveniente hacer un comentario sobre las formas de hacer propaganda que han asumido tres de las ministras que pretenden reelegirse: en primer lugar, la plagiaria Yasmín Esquivel; en segundo, Lenia Batres, que en muy pocos meses ha demostrado que puede servir para muchas otras cosas (porrista de MORENA, rijosa, nepotista) pero no para emitir sentencias de alto nivel; y por último, Loretta Ortiz, quien presume ser una “chulada de ministra”.

Izq-Der: Esquivel, Batres, Ortiz. Trifecta morenista en la SCJN.

Estas tres reeleccionistas cuentan con el apoyo oficial de Claudia Sheinbaum, que a pesar de las restricciones de injerencia, continúa violentando la ley a placer; pero también se apoyan en las bases clientelares de MORENA y buscan el apoyo corporativo de sindicatos, organizaciones populares, redes de ambulantaje, y lo que es invaluable para ellas, el conservar un nivel de poder como el ser ministra en funciones de la Suprema Corte.

Hemos escuchado y leído intervenciones de estas tres ministras, pero no hemos encontrado ningún pronunciamiento sustancial que se corresponda con el papel de contrapeso que una Corte debe jugar frente a los otros dos poderes, lo que es el preludio de que en México se acabó la independencia judicial y la división de poderes. Y eso traerá daños muy significativos para el país en los próximos años.

Además están en permanente campaña por cuál de las tres se inclinará el dedo de Claudia Sheinbaum para que asuma la presidencia de la Corte. Es grotesco ver a la señora Batres hablar ya de que va por ese alto cargo, sin guardar las más mínimas formas en respeto a la institucionalidad de un aparato del estado, encargado de interpretar la legalidad y constitucionalidad de los actos de los otros poderes.

Para qué hablar del proceso electoral que Batres violenta, porque todavía no está favorecida con el voto, en la cuantía que sea, pero ya anuncia su próxima aspiración por la presidencia de la Corte, lo que quiere decir que no le interesa tanto la función del Poder Judicial cuanto el poder que el cargo le significa para otros fines, que se sintetiza en pocas palabras: servidumbre ante la presidenta Sheinbaum.

La propaganda y la publicidad, con las particularidades que cada una adopta, es un insulto a la inteligencia de las ciudadanas y ciudadanos. Frases insulsas, burda promoción con políticas de imagen vacías, huecas, y en algunos casos simplemente ridículas o escenificación de payasadas. A fin de cuentas, votarán por un número y un color, así de chabacano.

No se trata de sabiduría ni de jurisprudencia, mucho menos de ser maestros en las múltiples teorías de las ramas que componen el derecho; se trata de echar las redes al azar y capturar los peces, apelando a emociones válidas, pero que lo son en otras esferas de la vida. Hay aspirantes a quienes prácticamente sólo les ha faltado publicitarse desnudos para mostrar su bella estampa e incitar el voto en su favor. Pura imagen. Este síndrome a lo Playboy, desde estas tierras norteñas, bien podrían denominarse como “las piernas de Lulú”. Aquí sí que tanga para que tenga. Bien decía el Quijote, cosas veredes, Sancho.

En honor a la verdad, he escuchado a algunos candidatos que hablan de la naturaleza del cargo al que aspiran, y lo hacen bien, a mi juicio, tanto en contenido como en forma. Pero llevan la enorme desventaja de que nadie les entiende, y mucho menos motivarán su voto. Es como hablar al vacío.

El diseño legal y la ausencia rigurosa de los institutos electorales, hacen que la comunicación política entre aspirantes y electores alcance un modesto rango de calidad. Ganarán la elección los aparatos que movilicen electores, las corporaciones, los intereses privados que financien bajo cuerda, y lo más grave, la delincuencia organizada que tiene interés en el comportamiento de los juzgadores de cualquier nivel. El fraude a la ley estará presente, aparentando que la mano del poder es invisible.

Un día después de la elección nos vamos a dar cuenta del verdadero drama y lo que perderá el país por la realización de esta caprichosa reforma electoral.