En mi opinión, informada suficientemente y desde hace varios años de lo que significó el duartismo para Chihuahua, María Eugenia Campos Galván fue cómplice de esa tiranía en su calidad de influyente militante del PAN y sobre todo como diputada local durante el sexenio pasado. Conozco parcialmente lo que se contiene en el expediente desde antes de iniciado el gobierno actual; sé de cierto que participó del golpe al Poder Judicial del Estado en un reparto de magistraturas. En fin, tengo un conocimiento, que no es el común, que permea en este tema a lo largo de esta coyuntura. 

Ni pretendo ser el juez ni el fiscal para levantarme personificando esas voces. Pero hay algo que me interesa mucho puntualizar: en Unión Ciudadana, desde el inicio con la tiranía duartista, exigimos que funcionen las instituciones para dirimir escándalos como el que empapa a la pretendienta de la candidatura del PAN. No interesa qué digan Corral o Madero, ni los defensores a ultranza de la alcaldesa con licencia; lo que importa es lo que pueda decir, como palabra concluyente, una institución llamada juez, magistrado del aparato estatal que administra la justicia. Mientras eso no suceda, más allá de quién gane la candidatura panista, se estará fabricando que la justicia no actúe con el veredicto de la cosa juzgada. 

Es inadmisible que una disputa intrapartidaria contribuya tanto al deterioro del Estado de derecho y se sustituya la palabra del juez por la votación partidaria, envuelta en rencores, ambiciones y proyectos de poder. 

En todo esto cuenta, y mucho, la aberrante conducción de la lucha anticorrupción que tomaron en sus manos el dueto Corral-Madero cuando se pusieron de espaldas a la lucha cívica que encabezó Unión Ciudadana. El primero como desertor de esa organización, a la que traicionó vilmente, el segundo que nunca participó de esa lucha que ahora dice sostener cuando la minó desde adentro del gobierno corralista para que sus propios intereses salieran adelante, porque el señor Madero es parte del conflicto. 

Lo que asombra es cómo un asunto que va a continuar vigente, presente en los próximos meses y años, se quiera zanjar con una elección partidaria el domingo 24 de enero. Puede ganar Madero y claudicar después, olvidar su furia actual; puede ganar Campos Galván y de todas maneras el expediente quedará abierto. 

Ese es el riesgo que está corriendo Chihuahua de continuar la política de odios que supura podredumbre por todos los poros del panismo local, y es el abrigo de quienes quieren que el PAN continúe en el poder porque así conviene a unos cuantos millonarios, a algunos propietarios de medios de difusión y a quienes quieren que este drama chihuahuense continúe porque deja muchos pesos.