
El asalto al Poder Judicial, entre bufonadas y acertijos
Con una sarta de acusaciones ambiguas cualquiera puede echarle en cara a Javier Corral que se tienen otros datos. Uno de los peores gobernadores que ha tenido Chihuahua, hoy senador, otra vez, por MORENA, y presidente en ese órgano de la Comisión de Justicia, acusó hace unos días que desde su nuevo partido –al que, dice, no se ha afiliado formalmente– se operó para que los aspirantes prianistas al Poder Judicial, palomeados por la gobernadora panista Maru Campos en confabulación con el procesado por delincuencia política, César Duarte Jáquez, fueran los ganadores en la entidad.
“Estructuras de MORENA y del propio gobierno federal contribuyeron de manera activa a que el exgobernador César Duarte fuera el ganador de la elección judicial de Chihuahua”, afirmó en una entrevista el sucesor de Duarte. Empero, sólo utiliza el nombre de Duarte (cuyo ismo existe, aunque algunos periodistas lo duden), pero no aporta mayores datos, ni métodos ni alcances en que supuestamente operaron los morenistas, y vaya que tiene forma de saberlo desde su curul; pero tampoco acierta a acusar abiertamente a su compadre, Cruz Pérez Cuéllar, viejo archirrival pero afines hoy, gracias al oportunismo que les caracteriza, a la causa de la Cuatroté. Este alcalde morenista de Ciudad Juárez, otro saltimbanqui de la política, según los mismos medios locales, también operó con la gobernadora para imponer candidatos en la elección judicial a cambio de favores.
Lo que sabemos de fuentes de la buena prensa y que otros han replicado, es que varios abogados duartistas se candidatearon y fueron electos para conformar el “nuevo” TSJ, entre ellos Hortencia García Rodríguez, la juez que en junio de 2024 revocó la prisión preventiva a Duarte Jáquez, o el petista-morenista-duartista Rubén Aguilar Gil, asesor “jurídico y político” de este exgobernador durante su administración e integrante del Poder Judicial en los últimos años en un puesto similar. Entre otros.
La sanción de una elección judicial corporativa y de falta de legitimación, en primera instancia por el uso descarado de acordeones distribuidos por las estructuras morenistas, son expresiones más honestas y congruentes que la gente aporta a la prensa libre que las que ofrece Corral, aunque sea sólo por una razón: sus matices bufonescos empleados para conservar, en este caso, el poder que lo mantiene a flote y sin el cual le es imposible respirar.
Por otro lado, como en una guerra de dimes y diretes, desde la posición abyecta y anodina que ocupa el líder de la bancada morenista en el Congreso local, Cuauhtémoc Estrada, le “respondió” a Corral, y de paso a Alfredo Chávez, gerente del PAN en el poder Legislativo, con meros acertijos: “¿Quién liberó a Duarte?, ¿qué gobierno tiene las carpetas de investigación en sus fiscalías?, ¿cuál ha sido la relación de Duarte con distintos actores políticos en el estado? Nada que todo mundo sepa ya, pero así son ahí, evasivos. Como si Estrada no estuviera enterado de las jugarretas de Pérez Cuéllar con el PAN, ni de los pasos que han seguido los magistrados duartistas hoy electos. Como si no supiera que la familia Aguilar del PT no estuviera al servicio del mejor postor, con toda la estructura en su favor.
Lo que Sheinbaum destruye en las presas de Duarte, sus correligionarios en Chihuahua lo vuelven a levantar en el Poder Judicial. Y aquella, a su vez, deja pasar, justo ahora que Andy reclama su herencia política y quiere hacer las cosas a su manera, o igual que su padre, como en el 2006, cuando AMLO, candidato presidencial, se aferró a que el ominoso Víctor Anchondo Paredes, uno de los priistas más cercanos a Patricio Martínez y que propició la impunidad y la tortura en torno de los hechos de feminicidio, fuera candidato al Senado por la alianza PRD-Convergencia-PT. Andrés Manuel obtuvo en Chihuahua, con el fracasado impulso de Anchondo, tan sólo el 18.26 por ciento de los votos. El exsecretario de Patricio tan sólo el 13.24 por ciento. El tercer lugar de tres competidores visibles.
El asalto al Poder Judicial volverá a vivir otra oscura etapa de dependencia, con todos los vicios y males que le aquejan pero que, por lo visto nadie, ni de adentro ni desde fuera, está dispuesto a superar, porque las canonjías que vienen, o la continuación de las mismas en ciertos casos, serán muy jugosas.
En ese fuego cruzado, las bufonadas de unos y los acertijos de otros, mantienen a una parte de la ciudadanía como carne de cañón; y a una mayoría que sabe de qué se trata, que no fue a votar, que se mantiene a la expectativa, en la demasiada expectativa.
Por lo pronto, la Cuatroté y el maruquismo duartista tienen ya lo que pretendían, cada cual en sus propios terrenos y con sus respectivos empréstitos.
Peor, imposible.

