Quizás es sadismo. Octavio Legarreta, extitular de Desarrollo Rural del Estado en tiempos de César Duarte, al momento en que se le decretó llevar su juicio en libertad, de manera instantánea le hincaron otra orden de aprehensión y lo dejan en el CERESO de Aquiles Serdán.

Realmente no hay necesidad de proceder de esta manera, y se demuestra una profunda descoordinación, en el mejor de los casos, entre la Fiscalía del Estado y el Poder Judicial.

Obvio es que Legarreta debe ser encausado conforme a la ley, con un debido proceso y todas las defensas que le asisten legalmente, pero su enjuiciamiento será incompleto mientras no esté tras las rejas Jaime Ramón Herrera Corral, el exsecretario de Hacienda de César Duarte y quien realmente diseñó y orquestó desde ese puesto la corrupción que se ha banalizado por parte del gobierno maruquista.

Aquí sí, la gobernadora no dice nada de su compañero de partido, Javier Corral, que hizo de Herrera un testigo más que protegido, porque en realidad su carácter de exfuncionario, con patente de impunidad, cubrió todas sus actividades de corsario. Lógico, Maru defiende a Herrera porque este también le conoce las entrañas.

El defensor de Legarreta, Héctor Villasana, de alguna manera está señalando que Jaime Herrera y otro funcionario, Roberto Ditrich, al menos tienen corresponsabilidad en el caso que afecta al exsecretario de Desarrollo Rural.

El asunto Legarreta tendrá consecuencias de otra índole, porque ya le complicó a César Duarte su ansiada salida, cuya carretera le pavimenta su cómplice Maru Campos.