Elisama Núñez García, maestra en administración pública, nos dio un estupendo artículo sobre Marco Bonilla, el alcalde chihuahuense. Lo pinta como un “ocurrente”, entendiendo por esta palabra el actuar sin previa reflexión sobre sus decisiones, en este caso, afectando la jornada de trabajo de empleados municipales con dos horas más.

Cito a la maestra: “…ese afán de verse como gerente y no como presidente municipal (lleva a) esta decisión tomada a la ligera y sólo viene a reforzar que en México nos reducimos a la relación salarios-horas de trabajo”.

De paso le recuerda lo que ha indicado la OCDE cuando en sus informes nos dice que en México se trabajan 440 horas más que en Estados Unidos y 862 más que en Alemania, y eso no nos hace competitivos, expresión que no se le cae de la boca al alcalde, afirmo yo.

Bonilla dice que se apoya en la Ley Federal del Trabajo, pero sólo para incrementar la jornada con dos horas más, pero se desentiende de otras prestaciones, reseñadas por la autora del artículo y que tienen que ver con créditos hipotecarios, derechohabiencia al IMSS, derecho a tener pensiones y otras más.

“Es un discurso mediático”, nos dice la autora. Se olvida el alcalde, como bien lo señala Núñez García, de que “extender el horario dos horas más implica aumentar el gasto operativo: más consumo de energía eléctrica, agua, internet…”. No pierde de vista, además, lo de las fotografías familiares, de raigambre tradicional, por supuesto.

Concluye Núñez García que es “lamentable que en pleno siglo XXI, el presidente municipal crea en la falsa teoría de que entre más horas esté en la oficina, más eficiente se es”.

Da gusto leer textos editoriales de este corte, que por cierto del que escribo apareció en un periódico de cuyo nombre definitivamente ya no hablaré.