Omar Bazán no busca una herramienta para mejores decisiones ciudadanas y electorales, en realidad con su propuesta de una segunda vuelta para 2021 en la elección de gobernador lo que desea es tener más cartas en su baraja para negociaciones partidocráticas.

El partido que hasta ayer fue el principal obstáculo para la democracia en el país, pretende reaparecer con una nueva máscara que no ocultará la condición cadavérica que tiene el PRI de hoy, antiguamente autoufanado de ser invencible. En el actual PRI todo es desolación y decadencia y, aunque esto cuenta poco, carece de autoridad moral para vestirse con ropajes reformistas. 

Lo que Omar Bazán pretende, y habrá que ver hasta dónde llegan los acuerdos tras bambalinas, es que la clase política chihuahuense, en deuda permanente con la sociedad, mantenga una sobrevida basada en arreglos cupulares: que los de arriba sigan mandando y los de abajo obedeciendo. 

En otro texto abordaré la propuesta de la segunda vuelta, sus virtudes y defectos, pero desde ahora adelanto que no tiene un fondo reformista honrado en la visión del priísta que elevó una iniciativa al respecto, si fuera más atento con sus problemas.

Omar Bazán debiera dedicarse a subsanar los daños que con sus fraudes ha provocado. Como en San Juanito, municipio de Bocoyna.

Volveré con este tema.