Es una verdad absoluta que los tapados son una creación del PRI y una de sus más detestables prácticas. Pero no me referiré a ellos, sino a los que actúan embozados en las manifestaciones públicas y que ya se les ha bautizado, nada raro, de “anarquistas”. 

Ya hace tiempo en las manifestaciones públicas aparecen jóvenes que cubren su rostro para expresarse y, frecuentemente, para realizar acciones que no están previstas en las demostraciones abiertas y con propósitos precisos. 

Si no son provocadores, porque seguramente no todos asisten con ese propósito, cubren sus caras por una larga historia que tiene que ver con la represión que durante muchos años se practicó en ocasiones con sentido exterminatorio. 

Hoy está claro que taparse la cara es una práctica que recorre el mundo. Los zapatistas la pusieron de moda y los representa bastante bien el farsante y antiguo Subcomandante Marcos, al que muchos le quemaron incienso.

A 51 años del Movimiento Estudiantil, sigo sosteniendo, y hoy lo afirmo, que la contestación contra el poder público autoritario es la que se hace de frente, sin embozo, con valentía y talento. Arrostrando todos los riesgos: sólo así se vence al miedo.