El plan de inversiones de Javier Corral, aparte de no estar suficientemente explicado a la comunidad, está dispuesto con un ominoso discurso: sus nexos con la inversión federal no están sustentados, lo imprevisible de la situación económica que viene y la ausencia del Congreso (se habla de dos presupuestos estatales que ya se pasaron por alto), lo hacen vulnerable y una herramienta demagógica muy del gusto del ejecutivo para pasearse como el gran “dador” que ya no fue. 

Sus pronósticos electorales -en realidad la estrategia de la reunión azul donde se dio a conocer- se convertirán en otro obstáculo, pues sólo pretenden favorecer una sucesión favorable al PAN, que no se ve venir, y menos en la persona que pueda continuar la corriente hoy instalada. A Corral no lo quieren ni en el PAN.

Por lo pronto, el plan de inversiones violenta la división de poderes aunque en realidad esta frase tiene algo de vacía porque hablar del congreso local es hablar de una intelequia. 

Corral crea más problemas de los que resuelve.