Y Maru caminó sobre las aguas
Para quedar bien con dios y con el diablo, como se dice en la fraseología popular para describir a quien quiere agradar a todo mundo, aunque sea a medias y de manera postiza, Maru Campos hizo lo que han hecho muchos antaño: mojarse los pies para seguir ofertándose como una gobernante de a pie, y no de millas aéreas a las que nos tiene acostumbrados. Quiso, como opinaron algunos, saber qué se siente, porque en donde ella reside eso no es posible.
Maru se tomó la foto y recordó a su mismísimo aliado político, César Duarte, cuando se inundó Parral hace varios años, con la mirada al horizonte y pies en el agua, como queriendo dar una imagen –la imagen, siempre la imagen– visionaria.
Todo mundo sabe que se trata de un montaje que, de tan repetido, termina por convertirse en un convencionalismo, en un uso político en medio de las tragedias, en este caso por las indundaciones, e ir abonándose el apoyo de incrédulos y cautivos que le permita ir engrosando su manchada carrera política.
En el contexto, eso le sirvió, igual que su reciente intervención quirúrgica (¿?), para ir enfriando el ambiente de inseguridad que recién padeció el estado y que, ironías de la vida, medianamente entró en pausa durante las intensas lluvias.
Y Maru, tras caminar sobre las aguas, salió a corriendo a la fiesta de Eloy Vallina, uno de los hombres más ricos del pueblo; sólo que este se le adelantó en el milagro porque ya había convertido las aguas en vino tinto en su viñedo de Encinillas. Las únicas aguas que corrieron ahí fueron las del tinto que ahí se producen y se sirven en copas cristalinas y tintineantes.
No se sabe si las vaciladas de este corte se sigan repitiendo en Palacio. El pronóstico indica que seguirán este tipo de rachas políticas. Seguiremos informando…