Heráclito, apodado “El Oscuro”, acuñó hace 2 mil 500 años esta estupenda frase filosófica: “Difícil es luchar contra el deseo. Lo que quiere, lo compra con el alma”. La recuerdo ahora para referirme a recientes y no tan recientes actitudes de nuestros políticos en el poder.

Se les cuestiona que descansen y se diviertan, cuando en simultaneidad acontecen hechos violentos y/o lamentables. Que no tome a alguno a la hora del esparcimiento en alguna tarea recreativa, porque entonces la lluvia de denuestos deja de ser una brisa para convertirse en tormenta. Quiero decir que de alguna manera se realiza una injusticia, cuenta habida de que todos nos cansamos y nos damos, también, al divertimento tan importante en estos tiempos de gran estrés y conflictividad. En esta línea, quién puede recriminar los gustos taurinos de Maru Campos y su fotografía al lado de políticos impresentables en la Feria de San Marcos. 

Empero, ese no es el problema, y la crítica, necesaria en estos casos, se ha de enderezar en una dirección de mayor hondura, no sin antes reconocer que, en efecto, algunos se dedican exclusivamente a la milonga, desde luego con cargo al erario. 

Para mí, la génesis de la crítica se debe encontrar en otra parte y tiene que ver con el talante, la actitud que asumen estos políticos que ya en conjunto nos dicen realmente qué es lo que quieren, cuáles son sus verdaderos propósitos y ambiciones, y, por supuesto, dónde buscan los apoyos y sustentos para concretarlas en el éxito como valor supremo de las éticas utilitaristas que tienen como lema fundamental “el fin justifica los medios”. Veamos ejemplos: 

Cuando Javier Corral preparaba su candidatura al gobierno del estado, compró los palos y las pelotas de golf para entrenarse y posteriormente acudir al green y codearse con las élites económicas. Él ahí quiere estar, ese es su talante. Quizá ni el golf le interese, pero lo que le es anexo, por supuesto que sí, pues entre hoyo y hoyo, jaibol y jaibol, se tejen en México muchos negocios económicos, empresariales, de poder y otros que no viene al caso mencionar.

En la misma dirección, quizá a Corral no le interese ver lo que es una vendimia, caminar entre las parras agotadas con abundante racimos de uvas. Quizá de todo eso le guste, como a tantos, un vino aromático y sabroso. Pero sin duda lo que sí le gusta es visitar a Eloy Vallina en su renovada hacienda vitivinícola y codearse con todos los lambiscones del potentado. 

Así podríamos continuar enumerando hechos, que se agravan si en ese momento masacran a 5 ó 10 personas, que de alguna manera vienen a poner la tonalidad oscura a las horas recreativas del titular del Ejecutivo. 

En estos días a dos políticos ambiciosos, que no acaban de sentarse en sus poltronas, les ha dado por festejar su cumpleaños de manera masiva. Lo que la inmensa mayoría hace en la intimidad, rodeado de su familia, o simplemente de sus amigos cercanos, estos políticos convierten el accidente de haber nacido en la ocasión para hacer ostentación de su poder y ambiciones. No se dan cuenta que quienes los visitan en estos saraos más buscan el cargo presente del festejado, o el futuro, que a la persona misma. Al grito de “a quién le dan pan que llore” congregan a los más diversos especímenes, entre ellos los muy conocidos gorrones que van a todas las fiestas.

Pero no son en sí las fiestas, el derecho que tienen a realizarlas, el descanso que buscan, la distracción. Sino el fraude a las mejores formas de hacer política y en ocasiones a la ley, porque lo que están haciendo es acuerparse, sumar, agregar adherentes a una causa futura, causa eminentemente personal. 

En esta variedad de zoología política, vimos hace unos meses al senador Cruz Pérez Cuellar –hombre de derecha rehabilitado por MORENA y en su momento esquirol al servicio de César Duarte– acompañado del senador Ricardo Monreal, que ya se muere por suceder a AMLO en las mañaneras.

Otro que transgrede la proclamada austeridad de la 4T, Carlos Loera De la Rosa, que prometió no hacer fiestas fifí porque sólo se dedicaba a trabajar, también se festejó por medio siglo de vida y, rival de aquél, pasó lista de presente en su búsqueda del palacio de cantera que da a la Plaza Hidalgo de Chihuahua. León Reyes Castro lo ha apodado «El Cartero más caro del mundo y de la historia”, porque aparte de festejarse como lo hizo el fin de semana pasado, construye clientelarmente su base social con cargo al presupuesto, y al igual que los tres anteriormente mencionados, quieren que les creamos su vocación de golfistas, su amor por los amigos en el día de su santo y otras lindezas por el estilo. 

Aunque oscuro, debieran leer a Heráclito, porque da la clave para todo esto. No me resisto a repetir la frase: “Difícil es luchar contra el deseo. Lo que quiere, lo compra con el alma”. 

Y sí, es muy difícil ocultar que quieren la silla que hoy ocupa, o mejor dicho desocupa, Javier Corral, que dicho sea de paso, nos vino con el cuento de que sus críticos están en la nómina de Duarte.