Algunos aspectos del reciente reajuste en el gobierno corralista llaman la atención. En primer lugar el cómo la administración pública se convierte en hospital de inválidos políticos. Es el caso de Ramón Galindo y “Beto” Pérez, que en julio recibieron tremendo castigo electoral, fueron a la competencia sabiendo que tenían una red burocrática y partidaria donde caer.

Por otra parte, es significativo que se nombrara un coordinador del gabinete en Juárez –el de Chihuahua luce por su ausencia, nadie sabe quién es ni a qué se dedica– y además un representante personal, cualquier cosa que eso signifique.

Con David Holguín se perpetuarán las corruptelas en Transporte y con Gustavo Elizondo el arribo del mundo de los businessgubernamentales. Por eso ya se le apoda “Felizhondo”.

Por lo pronto, en la cena elitista que divide a los de adentro y a los de afuera, se dice que escanciaron, en las copas de los invitados, naranjada, horchata y limonada con chía.