Columna

Tempranera: Maru quiere la silla de Corral

El epicentro del PAN en Chihuahua y en especial el de la derecha política en la entidad, transitará hacia el equipo que encabeza la alcaldesa reelecta, señorita María Eugenia Campos Galván, que recién recibió su constancia de mayoría acompañada de un séquito de regidores, síndico y diputados de los distritos concentrados en la capital del estado. 

En ese team se trabaja por un proyecto de poder al más puro estilo del que llevó al PAN al naufragio en el pasado proceso electoral. Todavía no llega octubre, ni se inicia el trienio reeleccionista, pero ya tienen los ojos puestos en el Palacio de Gobierno. Abona en su haber que ante la pérdida de confianza, grande y vertiginosa, que afecta a Javier Corral, mantendrán sin mucha dificultad el pago de los costos de una hegemonía partidaria que trae en sus alforjas el trofeo de haberse mantenido en su sitio y con firmeza ante la embestida morenista. 

Con Campos Galván irá un sector de ultra derecha del empresariado, fundamentalista, soportado en los negocios como la futura llegada de la inmobiliaria Altosano con tufo a calderonismo, inmobiliaria que no por casualidad quiere construir el “Nuevo Chihuahua”, proyecto elitista y perfumado. 

El despreciable deporte de no iniciar un cargo cuando ya se está pensando en el futuro, ha lastrado el desarrollo político del país, el estado y el municipio. No hay pudor, ahora Campos Galván –amamantada por el duartismo, como bien se sabe en los círculos gubernamentales– no tiene empacho alguno en sostener que el exgobernador Duarte Jáquez debe estar en prisión, callando por entero referirse a su protector, en ese gobierno, Jaime Herrera Corral, protegido del corralismo. 

Esta nota, lo único que pretende es encender luces para empezar a visualizar un proyecto nocivo para Chihuahua, prohijado, y sin querer, por el mismo Corral Jurado, que ahora coincide con la derecha guanajuatense, refugio del México tradicional y católico que se convirtió en un motor del PAN foxista y, tiempo atrás, de los cristeros y los sinarquistas, los fascistas nativos.