Transporte urbano: cuando los gángsters se rebelan
Ayer circuló un desplegado a plana completa del que se hacen responsables once personas, encabezadas por Francisco Javier Lozoya Ontiveros. Hablan a nombre de los concesionarios del transporte público de la ciudad de Chihuahua y como adherentes de la CTM de Jorge Doroteo Zapata. El lenguaje haría pensar a un incauto de que tienen una confrontación, casi insurreccional, en contra del gobierno de César Duarte. Afirman que es el gobierno del estado el que tiene el control de todos los recursos que se generan por el mismo concepto, por lo cual es él, el gobierno, el responsable del pésimo servicio que se ha venido prestado a los usuarios del transporte urbano.
No ocultan el orden de los intereses, leyéndolo con cuidado tenemos que en primer lugar están los concesionarios y luego los usuarios, es decir, los que tienen la necesidad de que se les garantice la movilidad con una orientación de servicio público, con todo lo que implica esto conforme a la mejor tradición del derecho administrativo en el mundo. Acusan ignorancia de los funcionarios públicos y, en particular, dicen que los que encabezan el sector desconocen completamente el transporte. En la visión de ellos todo va a empeorar las próximas semanas.
Es de subrayarse un hecho en el desplegado que encabeza Lozoya Ontiveros: él dice que el gobierno no quiere una solución y amagan con tomar “medidas drásticas”, adelantando disculpas a la comunidad por las molestias que se puedan causar.
Si ese desplegado, con esa tonalidad, estuviese en boca de una agrupación realmente comprometida con la comunidad que requiere de un transporte de calidad y eficacia (trabajadores asalariados, empresarios que exigen puntualidad en la planta laboral, estudiantes, y en general todos los que no tiene más recurso que moverse en un medio público), no habría duda de que se podría abanderar y darle consecuencia. Pero no es el caso y habrá que estar atentos del desenlace de todo esto.
Vamos por partes. En primer lugar el gobierno duartista y la corporación priísta CTM son una y la misma cosa, lo que en buen castellano significa que la ciudad de Chihuahua está a merced en este ramo de los conflictos que ambos no han podido resolver. En otras palabras, la CTM es parte del problema, y la otra la pone el corrupto gobierno de César Duarte, que ha venido a desquiciar la ciudad ya por más de cinco años.
En segundo lugar, atrás de esta pugna están los intereses de Jorge Doroteo Zapata por monopolizar el transporte de manera completa; pero sus ambiciones no paran ahí: también quiere expandirse y prácticamente tragarse en paquete el transporte de personal de las grandes empresas y todo el transporte que podemos catalogar de industrial. Se trata entonces de un asunto en el que el reparto de grandes cantidades de dinero está en primer lugar y después que de los usuarios del transporte se apiade el altísimo.
En tercer lugar, está una pugna en la que los estilos gangsteriles y mafiosos se muestran con la intención de amedrentar a un gobierno que va en caída libre y contra el que hoy se tomarían “medidas drásticas”. En otras palabras, Jorge Doroteo Zapata está diciendo: si no consolidas mi monopolio, mi grupúsculo en estos momentos electorales, te puedo paralizar la ciudad, con un costo inconmensurable. Quiero decir con todo esto que estamos en presencia de una riña entre dos pandillas que viven en el mismo partido, en la misma mafia. Los intereses del usuario a ninguna de ellas le importa.
César Duarte, que ha presumido de buen político apoyándose en la divisa de que en tierra de ciegos el tuerto es rey, se ha estado moviendo como burro de noria en el mismo lugar y con el mismo estilo que se ha hecho en el pasado, sólo que los gobiernos anteriores eran más hábiles y menos avorazados que él. En Chihuahua, como en tantas otras ciudades, la solución a la movilidad urbana vendrá cuando las corporaciones de mafias, como la Doroteo Zapata y Francisco Lozoya, sean excluidas de las importantes decisiones que deben favorecer al interés público, y esto se puede hacer respetando derechos, pero siempre poniendo en lugar de privilegio el interés de la sociedad por un buen transporte.
Aquí tenemos otra muestra más de la crisis y miserias del duartismo y sus cómplices corruptos.