Columna

Ayotzinapa: con el Ejército hemos topado

Andrés Manuel López Obrador, en varias ocasiones, antes y durante su presidencia, privilegió de palabra que se iba a esclarecer el caso de los 43 de Ayotzinapa, conforme a derecho y sin barrera alguna.

Es importante su ofrecimiento en sí, pero más por estar referido a la tragedia permanente que padece el estado de Guerrero, como si esta entidad estuviera condenada a ser un infierno.

Esa palabra no se ha cumplido, y a lo que se ve, no se cumplirá, porque su gobierno tiene dos características de coyuntura: está feneciendo porque tiene fecha de caducidad, y porque no ha querido tocar a las fuerzas armadas. Ahí está el límite al poder que ostenta y a su propio ofrecimiento.

A decir de las víctimas de los 43, se está reeditando la llamada “verdad histórica” que construyó el gobierno de Peña Nieto a través de Jesús Murillo Karam, el exprocurador general de la república, hoy preso en una cárcel del centro del país, acusado de tortura, desaparición forzada y delitos contra la administración de justicia en el marco del caso Ayotzinapa.

Ahora hay certidumbre de que la llaga que no cierra en este asunto y todo lo traba, es la impunidad del Ejército, empoderado como nunca por un presidente falaz, que ofreció llevar a las fuerzas armadas a sus cuarteles y hoy los mantiene en la calle. Y más grave aún, por la violencia que estamos viendo en las fronteras nacionales, particularmente en Chiapas.

Ahora sí, parafraseando al clásico, con el Ejército hemos topado.

Vaya mi solidaridad con las víctimas.