El SNTE, lento y a punto de ser rebasado
Con el retraso habitual que caracteriza al sindicalismo charro, hasta el día de ayer las secciones 8 y 42 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, hizo un pronunciamiento, conteniendo algunos resolutivos, en torno a los libros de texto gratuitos y a la llamada Nueva Escuela Mexicana.
El contexto lo da la lucha espontánea y fuerte que se ha desatado en contra del gobierno de María Eugenia Campos Galvan, por su decisión de no distribuir los libros, escudada en una controversia constitucional que promovió como gobernadora por razones de partido, de espaldas a la sociedad a la que no se consultó.
El sindicalismo dependiente y controlado, en este caso encabezado por el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE, pero especialmente por Eduardo Antonio Zendejas Amparán y Manuel Quiroz Carbajal, secretarios generales de las secciones 8 y 42, respectivamente, está actuando con retraso y sin la energía y claridad que el caso amerita, a un mes de iniciado el ciclo escolar.
Estos líderes sindicales, teniendo la oportunidad de establecer consignas precisas y movilizadoras del potencial magisterial, han optado por darle al gobierno un “plazo razonable” para que resuelva, o de lo contrario, realizarán “acciones contundentes”.
Es el típico lenguaje del sindicalismo servil, que les permite aparentar de qué lado están en una causa justa, por una parte; y por la otra, quedar bien para los acuerdos cupulares a los que están acostumbrados.
Mientras esto pasa, el fermento de la insurgencia está creciendo y haciendo presencia pública, tanto entre los maestros como entre los padres y madres de familia.
Entre tanto, la gobernadora de Chihuahua se mueve con la derecha, con los mercachifles de la educación, con el empresariado conservador y con el clero católico. No podía ser de otra manera, cuando el discurso maruquista se agota en un trasnochado anticomunismo prácticamente fantasmal.