Maru ya no se acuerda de Lucas
La católica gobernadora Maru Campos Galván ha dejado las enseñanzas que, es de suponerse, algún día tuvo por abrevadadero en la Biblia, dadas sus filias cristianas. Me refiero al capítulo en que el evangelista Lucas cuenta cómo Jesús propuso a sus discípulos aquello de “¿puede acaso un ciego guiar a otro?”.
Me tomé la licencia de empezar así esta breve columna para tratar de congelar en la historia de la infamia esta joya declarativa, producto de la insensatez y la ya no tan novedosa soberbia de la gobernante panista de Chihuahua. Dijo Maru Campos: “Pido a las autoridades canadienses conocer las acciones que hemos implementado para reforzar la seguridad en la entidad”.
Esa fue su pendenciera reacción luego de que el gobierno de Canadá emitió oficialmente una alerta a sus ciudadanos para no viajar a catorce estados de la república mexicana, entre ellos Chihuahua.
Aparte de que el primer ministro de aquel país, Justin Trudeau, difícilmente leerá esas declaraciones, la jactancia de la gobernadora es ya insufrible porque parece olvidar –y piensa que los chihuahuense ya lo olvidamos tan rápido– que viene de esconder la cabeza durante la crisis de seguridad registrada en Año Nuevo, y no sólo, sino de tiempo atrás, a lo largo de su primer año de administración.
Maru Campos, quien llegó al poder para hacer negocios, cree que con esas baladronadas defiende al estado, cuando en realidad todo mundo sabe que la violencia y la inseguridad que padece la entidad es precisamente por su falta de interés en los asuntos públicos.
Siguiendo a Lucas, del que seguramente ya Maru ni se acuerda, habría que espetarle en su narrativa de gobierno que, hipócrita, cómo se atreve a quitarle la paja que lleva en el ojo la política canadiense si no advierte la viga que lleva en el suyo.