Columna

Torre Centinela: exagerada publicidad gubernamental

Hay todo un alud publicitario en torno a la puesta en escena de “La golondrina y el príncipe” y también de la ya famosa Torre Centinela. La difusión oficial, profusa y obviamente pagada a través de los medios radiofónicos, presenta a la primera como un gran estreno mundial, lo que no deja de causar risa.

Empero, no es el tema central de esta breve columna, destinada a un aspecto de la inseguridad pública que persiste en Chihuahua.

Resulta que la polémica torre a levantar en Ciudad Juarez, cosa del futuro, ya se difunde como algo que existe. La torre es ya la salvaguarda de la seguridad pública de todo el estado de Chihuahua, aunque no exista.

Se dice que ya se trabaja desde ella con cámaras distribuidas estratégicamente por todo la entidad. Es una mentira propalada miles y miles de veces con la que se pretende legitimar la aceptación de una decisión pública que costará miles de millones de pesos, que se tardarán buena parte del sexenio en edificarla y con resultados que hoy por hoy son impredecibles. Pero la torre ya es.

Estamos en presencia de una política con publicidad oficial mentirosa, falaz e impune.

Para empezar, se supone que en esa torre va a estar la sede de la Secretaría de Seguridad Pública que encabeza Gilberto Loya, que dicho sea de paso, funge como guarura mayor de Maru Campos, pues a todos lados la acompaña, cubriéndole las espaldas. Pero no hay elemento alguno que lo ubique físicamente operando desde la referida torre “en funciones”.

Así se combate la mera posibilidad de que sea sometida a una decisión plebiscitaria la pertinencia de esa obra, que si bien es cierto se puede respaldar exclusivamente desde el municipio de Juárez, en realidad, por tratarse de una dependencia de carácter estatal, a todos los ciudadanos de todos los municipios nos compete opinar y eventualmente decidir de manera vinculante si se hace o no dicha torre.

Los que estamos interesados en este asunto, debemos formar ya una coordinadora que se aboque a todas las tareas para oponerse a la construcción de lo que ya se antoja como un elefante blanco sexenal del maruquismo.