Columna

Maru impone el color azul en las escuelas

Si Maru tuviera hijos o hijas, ¿toleraría encontrarse en sus salones de clases mobiliario con los colores guindas de MORENA? Estoy convencido de que no. Si en esta hipótesis, ella como madre iniciara una protesta, la apoyaría, sin reticencia alguna, más allá de las discrepancias que pudiera tener con ella.

Hoy vivimos formas de hacer política que tienen que ver más con lo aparente, con los símbolos. Ni el gobierno federal ni los de los estados, sin importar los partidos, incurren en la misma práctica.

En una de las ocasiones que López Obrador vino a Chihuahua, se quejó amargamente de que los panistas habían pintado de azul las casetas de cobro en las carreteras; y ahora vemos que todos los símbolos que él emplea y utiliza más que cualquiera lo haya hecho antes, están en todo el país y en cualquier espacio que tenga que ver con la administración federal.

En el fondo, y pensando a futuro, habría que reglamentar rigurosamente esto para que las administraciones públicas quedaran obligadas al empleo de simbologías neutrales y que los símbolos patrios fueran los más importantes, lo que implicaría que se privara al PRI del mal uso que ha hecho de los colores de la bandera.

En alguna ocasión le escuché a Porfirio Muñoz Ledo decir que todos los partidos podían usar libremente los colores nacionales, o ninguno. En realidad, lo que se imponía es que el PRI no tuviera ese monopolio, similar al uso impuesto por los totalitarismos en la Alemania nazi, la Italia fascista y la Rusia comunista.

Pero centrémonos en el tema, porque duele. Después de su regreso de las cirugías que se aplicó la gobernadora Maru Campos, acudió a dar el banderazo para el inicio de cursos en la educación básica. No salió muy lejos a este acto, ya que asistió a un evento a Aldama y la educación no requiere viajes por Europa. Pero le montaron todo el escenario y, ¡oh, casualidad!, las mesas y sillas de los infantes de la primaria son de color azul. No necesito agregar más explicación al respecto, se trata, lisa y llanamente, de un uso, abuso y explotación para introyectar los colores de un partido, en este caso el de la gobernadora.

Pero como dije al principio, si Maru Campos tuviera hijas o hijos en edad escolar, otra cosa sería.