Columna

Adriana Terrazas: que la erosión acabe con ella

Continúa la disputa en el Congreso del Estado por la designación de la presidenta de la mesa directiva. El asunto se puede resumir: Benjamín Carrera, morenista, contra Adriana Terrazas, oportunista panduartista.

Pero habría que insistir en algunos elementos para caracterizar este fenómeno. En primer lugar, es de poca monta, salvo para El Diario de Chihuahua, que ahora magnifica la función de la presidencia describiendo sus facultades, que en realidad se reducen a actos de protocolo, digan lo que digan.

En segundo lugar, es obvio que es una disputa por el oropel, por salir en las fotografías e incrementar el currículum de haber ocupado el cargo.

En tercero, lo más importante: la miseria que exhibe en todos los partidos este suceso, que se va a solidificar porque la diputada Terrazas va a ocupar el cargo, pase lo que pase, de tal manera que iniciar juicios y decir desde el partido que no forma parte de la fracción, no evitará que ocupe la presidencia. Y hablando con toda sinceridad, ese pleito a la sociedad, a los ciudadanos, los tiene sin el más mínimo interés. Es un pleito en las alturas.

Lo que la fracción parlamentaria de MORENA ha de hacer es actuar realmente como oposición, ocuparse de cosas esenciales, lo que le es difícil por el carácter heterogéneo de sus integrantes, algunos pepenados del PRI y el PAN. Podrán ser diez u once, pero pocos quedarán a la hora de la hora.

En todo caso, deben comprender y actuar en consecuencia de que el agravio de que les hayan designado tutora en la persona de Adriana Terrazas, no es ni siquiera una decisión de Mario Vázquez, el pastor de los diputados panistas, sino de la mismísima gobernadora Maru Campos, que comparte la característica de estar manchada por el duartismo, lo que le da parentesco político con la ambiciosa nueva presidenta del Congreso, que muy pronto arribará al cargo con singular alegría y para erosionarse y quedar como una canalla.