Columna

Congreso local: fue zopilota

Dije ayer que sea cual fuere el resultado en la elección de presidente de la mesa directiva del Congreso del Estado, todo continuaría igual. Y así es. Pero falta hacer un matiz, de esos que terminan dándole identidad al cuadro.

Todo indica, finalmente, que será la diputada morenista Adriana Terrazas Porras la que se haga con el cargo, que es insustancial, en esencia, pero le agregará méritos en lo personal a su oscuro currículum. Su futura instalación en ese puesto es un incuestionable fraude a la ley. Se cubren las apariencias para violarla, como suele ser, porque se pone ahí a una morenista, pero por la voluntad del PAN y decisión del gobierno en el ámbito del Congreso, como siempre.

En buena práctica parlamentaria, MORENA era mano para postular; pero la falta de pericia del coordinador Cuauhtémoc Estrada, las pugnas internas de la fracción y su pésima pasta humana, le permitieron al PAN salirse con la suya para simular una pluralidad inexistente. Y eso no es lo más grave.

La futura presidenta del Congreso, Adriana Terrazas, es una saltimbanqui redomada. Vea usted: priista hasta la médula, duartista contumaz, alfil de Enrique Serrano en Ciudad Juárez, con quien comparte negocios en el pasado inmediato para beneficiarse con la instalación de guarderías del IMSS; diestra ejecutora en la labor de zapa contra el mismo PRI, para que ganara Armando Cabada la Presidencia de Juárez en 2016. Y a la hora de la adversidad partidaria, se convirtió en morenista, apalancada por Juan Carlos Loera de la Rosa, lo que exhibe al partido lopezobradorista como una organización utilitaria, hecha de retazos y desperdicios de otros partidos y de politicastros recién llegados a las filas de MORENA.

Quienes han trabajado en el PRI en territorio electoral en Ciudad Juárez y que fueron consultados por esta columna, reportan que Terrazas Porras es “un ser tiránico, despótico, grosero, amenazador” y “sin ninguna moral” definida en lo político. Es de lo “más nefasto del PRI”, según afirman.

Decir, por ejemplo, que no es de MORENA, es insinuar que ese partido tiene principios y los acata. Es, como muchos, morenista porque ahí calientan gordas, y hoy se convierte en una expresión más del maruquismo gatopardista. Con Terrazas Porras todo cambiará en el Congreso para que todo siga igual, a grado tal que llegará sin la voluntad de sus compinches, que tendrán que comer camote.

Ella zopiloteó y obtuvo lo que ahora tiene: será presidenta del Congreso al servicio de los designios del panduartismo empoderado.

El cuadro, entonces, será de tres poderes, tres mujeres al timón, y un solo distintivo: el duartismo llega incontenible hasta ahora y hasta aquí.