sanchez-prieto2-9jun2014

El presbítero Gustavo Sánchez Prieto practica el método Ollendorf, en castellano por cierto y no precisamente para enseñar idiomas. Ollendorf fue famoso y luego ridiculizado por el absurdo en que cayó por haber pretendido enseñar lenguas mediante el uso abundante de palabras diversas aunque sus diálogos fueran absolutamente incoherentes. Vaya uno de los ejemplos clásicos:

— ¿Es tu suegra más alta que mi padre.

— No, mi suegra no es más alta que tu padre, pero me he comprado una cadena para el water más larga que tu corbata.

No importaba que no hubiera una comunicación entre los alumnos, mucho menos un debate sustentado, lo esencial era que se practicaban las palabras aunque el contenido de un diálogo fuera absolutamente remoto. Sánchez Prieto, para evadir el tema de la pederastia, sus probables raíces en la hipocresía del celibato, para defender así sea indirectamente al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, nos dice: “Hay locos casados, estadísticamente el índice de mayor abuso sexual no viene de los ministros católicos sino de familiares que pueden o no ser solteros”. Si Sánchez Prieto discutiera sobre la tragedia que se abatió en Ruanda y hubiera sido un artífice de esa tragedia, quizá pretendería defenderse diciendo que el Holocausto ordenado por los nazis fue más grande, y así por el estilo. No pretendo, desde luego, darle clases al presbítero sobre cómo disputar, pero sí mínimo que tome en cuenta que cada caso está contenido en su especificidad, más cuando contiene conductas punibles a la luz del derecho penal, que por el peso político de la jerarquía católica muchas veces quedan condenadas a la impunidad y, más grave aún, la transgresión a la propia ética declarada, porque una de las características que le dieron un enorme peso histórico al cristianismo desde sus orígenes fue la dignificación de la niñez.

Así las cosas, una polémica sobre los abusos sexuales en todo México, por hablar de un gran universo, claro que cuantitativamente va a arrojar que lo que sucede con la pederastia entre los ministros religiosos es un número muy reducido; pero ese no es el problema, salvo cuando con el ridículo uso del Ollendorf se nos trata de decir algo así:

—El padre Maciel fue un inmundo pederasta.

—Pero, ¿qué te parece el mural de Piña Mora que está en el palacio de gobierno?

Un filósofo dijo que de lo que no se puede hablar hay que callar, y tengo para mí que hay veces que mejor resulta no hablar aunque se tenga materia. Es el caso, porque si se habla se tiene que hacer en respeto de quienes escuchan, aspecto que parece que a este presbítero no le interesa.

 

La Haciendita y sus Hortensias

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La columna Ráfagas de El Heraldo de ayer domingo 9 de junio, divulgó esto que resumimos:

“La que puede presumir de ser diputada local y federal a la vez es la perredista Hortensia Aragón, quien a través de su sobrina Crystal Tovar logró bajar por San Lázaro recursos millonarios del Fondo Metropolitano (…) Dichos recursos, por el orden de los 25 millones de pesos, se aplicaron en mejoras, en una transformación de La Haciendita, al noroeste de la capital, donde de pura casualidad tiene su residencia la diputada local, quien metió la mano santa de su sobrina al Presupuesto de Egresos de la Federación, para lograr esa pequeña inversión”.

Se trata de una denuncia grave que no puede quedar sin aclaración y, llegado el caso, sin el fincamiento puntual de lo que corresponda por cuanto a la responsabilidad oficial, administrativa o penal. Con relación a denuncia similar pero contra un funcionario (no se tome a forzado traer este asunto a colación porque al final a las personas involucradas los une el común denominador de ser agentes del duartismo) del gobierno de Chihuahua, señor Eduardo Guerrero, dije:

“El asunto reclama investigación y justicia, y si no, la justificación para una rebelión ciudadana. Cuando hay tribunales, hay acusaciones, pruebas y sentencias. En mi fuero interno estoy convencido, y así lo dije la semana que concluye, que Eduardo Guerrero es un publicano en apuros, uno más de los que recauda tributos para César Duarte, pero sin tribunales puedo correr con una suerte cuyos polos son el del profeta que dice toda la verdad, aunque incomode, o un simple calumniador…”.

El escándalo Hortensia Aragón y lo que por consanguinidad toque a Cristal Tovar, reclama investigación y justicia, porque desde luego no pienso que vaya a dar la cara con alguna aclaración puntual y convincente.