Con motivo de la masacre en el carril de El Sauz, las autoridades han continuado con la misma canción de siempre, con la que pretenden evadir el bulto de sus responsabilidades. El argumento, en apariencia contundente, es delimitar el marco de competencias, como si eso sirviera para fortalecer la seguridad pública ciudadana.

Si el asunto corresponde al estado o al municipio, las autoridades federales esquivan las críticas diciendo que no les corresponde. Por el contrario, si aparentemente el asunto es federal, el municipio responsabiliza, en este caso de manera obvia, a la Fiscalía General de la República y la Guardia Nacional.

Ciertamente hay ámbitos de competencia, pero también nos venden la mesa de seguridad para construir la paz desde que se inició este gobierno federal, y cada semana se reúnen las diversas instancias de gobierno a desayunar y examinar los temas, y si no ya nada relevante, llenar las páginas de los medios con la versión de que están coordinados como uno solo para encarar los problemas.

Pero cuando los problemas estallan, entonces apuntan su dedo índice para señalar a quién corresponde, y así no se llega a ninguna parte. La seguridad ciudadana no se alimenta con ver los códigos, por el contrario, anhela que, respetando el Estado de derecho, haya resultados tangibles.

Era un hecho público y notorio que iba a haber una carrera de caballos, que no era clandestina, y que de antemano son eventos peligrosos que todo mundo los cataloga de esa manera, salvo los que deben vigilar puntualmente que no sucedan las masacres que se asocian en todo el país a este tipo tradicional de fiesta en la que se involucran juegos de azar, venta de alcohol y otras drogas, y especialmente el sitio para reunión de cabecilla o agentes de la delincuencia organizada.

No vigilan un carril pero sí son capaces hasta de poner retenes en colonias proverbialmente pacíficas, molestando a pacíficos ciudadanos y para aparentar que trabajan. Hay un helicóptero que se mueve por toda la ciudad pero no puede avanzar unos cuantos kilómetros para vigilar Aquiles Serdán o el Sauz.

Así las cosas, muy pronto hizo aguas el cacareado modelo de seguridad de Maru Campos y su hijo putativo Marco Bonilla. Los federales llegan tarde y para la foto. Así, cuándo.