
Recordando a don Alfonso Reyes
En estos días viajo por la Ciudad de México. Llevo para amigos y compañeros una voz de aliento para resistir lo que tenemos en el país y que no se merece México en su largo caminar en pos de un sistema democrático.
Pero es mucho más lo que espero traer a mi regreso porque voy a escuchar a gente con sabiduría y experiencia profunda.
Ya les contaré. Por ahora me limito a recordar a don Alfonso Reyes, al que siempre tengo presente desde mis años de estudiante preparatoriano, cuando un maestro lo señaló como un grande de la lengua española.
Dicen que Borges, al terminar algún texto, se preguntaba: ¿Cómo lo escribiría Reyes? De ese tamaño nuestro gigante, que a veces veo olvidado, hecho polvo, del polvo al que se refiere en Ancorajes, una obra breve, fascinante y estéticamente una delicia.
Lo traigo a la memoria por Visión de Anáhuac, donde se empezó a hablar de “la región más transparente del aire”, que retoma precisamente en Ancorajes, donde se pregunta: ¿Es esta la región más transparente del aire? Pero aún más: ¿Qué habéis hecho, entonces, de mi alto valle metafísico?
Esas interrogantes están en el texto Palinodia del polvo y entiendo que la retractación que hace es porque la ciudad ya no es lo que fue, un ente que se empañó y se tornó amarillento.
Es la pregunta que lanza teniendo a la vista su ciudad, en los años treinta del siglo pasado, y que luego Carlos Fuentes describe magistralmente en su novela llamada, precisamente, La región más transparente, en la era de esplendor de los gobiernos “revolucionarios”: Alemán, Ruiz Cortines y los que le siguieron, pensando que eran invencibles, como los que hoy están apoltronados en el poder.
En el texto de Reyes se habla del polvo en lo que todo se convierte. Por algo será.
Por lo pronto, allá voy: busco luz, horizonte, aliento.
