Al igual que César Duarte, María Eugenia Campos filtra siniestros mensajes a través de la prensa vendida. Ahora lo hizo mediante una columna que aparece en el periódico digital Tiempo, de la familia encabezada por Felipe Fierro, que ha engordado sus cuentas bancarias al amparo del poder desde hace algunos años. Son servicios que recíprocamente se alimentan y constituyen lacras de nuestro tiempo.

Como en la etapa de la Guerra Fría, que seguramente adora el anticomunismo ramplón de Maru Campos, hoy difunde a través de ese medio una serie de provocaciones, amenazas, y no es extraño que la política cultural esté en medio porque la derecha, cuando escucha esto –ya lo dijo por ahí algún franquista–, es motivo para sacar la pistola.

Veamos lo que dice la remunerada columna de Tiempo, con todo y errores de redacción, e ilustrada por cierto con la foto de una Maru sonriente:

“LOS MALANDROS QUE nunca falan van contra  «La Golondrina y su Príncipe», trascendió que pretenden generar un escalada intencional para dañar patrimonio municipal y generar violencia previo al estreno de la puesta en escena, que estan invitando a los grupos de la banda a de Ciudad Juárez y algunos otros grupos violentos para tomar y destruir el foro donde se realizará el evento.

Frente al éxito en la distribución de los boletos de entrada, quienes los manipulan buscan por todos los medios evitar la puesta en escena, con actos delictivos concretos, en donde además provocar para que si la autoridad los toca,  tirase al piso y argumentar violación a sus derechos humanos, ya saben.

Diiicen que Morena y algunos exfuncionarios corralistas esta detrás, pero además que hay mano negra desde Ciudad Juárez para intentar echar a perder la función.
A ver si las corporaciones policiacas se ponen al tiro, para evitar el sabotaje.

Porque una cosa es que la raza proteste, que se vale y exprese su ideas y otra atentar contra la infraestructura…

El asunto ya esta en investigación y que preparan la integración de la carpetita, para actuar”.

Aunque las respuestas serán obvias, conviene preguntarse qué se persigue con esto, siguiendo las recetas del duartismo mañoso y represivo que hizo escuela en su discípula Maru Campos.

En primer lugar, la rotunda descalificación de los otros, de los disidentes al más puro estilo fascistoide (son “malandros”). Luego, el nulo respaldo en la información, lo que permite propalar mentiras a diestra y siniestra, ver complots, curarse en salud frente a un eventual fracaso de la tan mencionada puesta en escena del millonario musical del siempre privilegiado Alberto Espino; luego concitar a una especie de represión –profiláctica ahora, real mañana– haciendo participar a las policías en las tareas de cultura, pero con el garrote en la mano, dar cuenta de que hay una “investigación” (¿de qué?) que sólo denota una intolerancia superlativa a la disidencia y a la crítica.

A la voz pagada de Felipe Fierro, después vendrá alguna declaración, al estilo Duarte por supuesto, pero ahora en boca de Maru Campos, en la que seguramente dirá “se los dije”.

Por lo pronto, la comunidad cultural, tiros y troyanos, han de poner distancia a esto y no caer en la provocación, ni en la violenta ni en aquella otra que genera odios entre los trabajadores de la cultura, porque las cosas no van por ahí.