Quieren ocultar su pertenencia a la ultraderecha política pero no pueden. Trajeron a David Blancas Serna a impartir una conferencia sobre la familia, así, en singular. Lo acompañaron su esposa y sus cuatro hijos.

Habiendo antropólogos sociales muy distinguidos que pueden disertar sobre las familias, así, en plural, tienen que recurrir a toda la parafernalia, pagando costos con cargo al erario.

Para no hacerlo directamente la gobernadora –¡oh, inteligencia!–, el evento lo presidió su mamá, la señora María Eugenia Galván Antillón, que ocupa un cargo como presidenta del DIF estatal, a consecuencia del nepotismo evidente, desde donde, desde agencias informales, también influye en las decisiones del estado.

La señora Galván Antillón tiene a su disposición la cartera de presidentes municipales para efectos clientelares muy reconocidos en esa institución, que está obligada a entender que la familia tradicional es una entre muchas otras de las que existen sin ese afán religioso-católico de primacía que le quieren asignar a aquella.

Por eso invierten en una conferencia con un desconocido con costosos espectaculares, publicidad oficial, gastos de transporte, hospedaje y estancia, no tan sólo para el conferencista, sino también a su esposa y su numerosa descendencia. Un conferencista que vino a decirnos –haga usted el favor– que tenemos cinco sentidos que se activan para percibir algo importante. Pero no tan sólo, también nos endilga que hay que “activar el corazón”. Y no podía faltar que se autopropusiera como ejemplo, pues fue explicando sus estrategias con su esposa y con cada uno de sus hijos.

Entrando a algo que remotamente podría considerarse economía, dijo que la familia es el cimiento de la prosperidad. Y probablemente tenga razón, solamente con los de alto linaje, como los Terrazas de Chihuahua, por ejemplo.

No faltaron otras bagatelas, como decir que la familia es “la primera célula», el “reforzamiento de la autoestima”, repitiendo incesamente “familia, tú eres una maravilla”, y pasar al discurso del perdón, que según él es “sacar la basura”. Y para no cansarlos, otras chucherías: “la familia es la brújula que nos guía”, e infaltable en el discurso violatorio del Estado laico, “tener una relación con Dios”, “comer sano”, “tomar alcohol con moderación”, y “orar”. Recomendó repetir: “familia, tú eres una maravilla; familia, tú eres una maravilla…”.

Adoctrinamiento absoluto es lo que está en presencia de todo esto, violación al Estado laico y, sobre todo, anteponer las propias convicciones a la ley.

Con la predicas periodística de Marco Bonilla, el hijo putativo, ya es suficiente.

Pero Maru Campos hace de las suyas, y su mamá también.