Cuando Manuel Gómez Morín hizo su viaje a España en remotos tiempos, luego cuando escribió 1915 y al fundar el Partido Acción Nacional, hizo una apuesta por el municipalismo, por una corriente de pensamiento que veía en esa institución una base democrática y de autonomía ciudadana.

La Constitución de 1917 liquidó a los jefes políticos y prohibió la intermediación entre el municipio autónomo y los poderes jerárquicamente superiores, así fuera el gobernador del estado o el presidente de la república.

Y como las ideas en el PAN de poco sirven, aunque estén en su origen ideológico, ayer vimos cómo María Eugenia Campos Galván le autorizó el Presupuesto del municipio de Chihuahua a Marco Bonilla, sin pudor alguno y sin recuerdos de lo que moralmente les obliga. Se demuestra que los ideales expuestos de los dientes para afuera sirven para cualquier cosa, menos para orientar decisiones públicas. Nada que extrañe en el comportamiento histórico reflejado por los panistas de toda estirpe.

Aparte, y como buena alumna de la Georgetown University, les dio “lecciones” de políticas públicas a los alcaldes turistas de varias partes del país, incluido el vástago de Luis Donaldo Colosio, que en la miseria de candidaturas presidenciales algunos ya le ven espolones de gallo para el 2024. No cabe duda que a cualquier santo se le hincan, porque méritos, méritos, por ahora, sólo tiene el recuerdo del magnicidio de su padre.

Y a todo esto no faltará quién se pregunte: ¿dónde están los regidores del Ayuntamiento de Chihuahua?