Columna

Maru defiende a Creel con su pestañeo

El gobierno de María Eugenia Campos en Chihuahua rebasó la mitad de su periodo constitucional, se encamina al Tercer Informe y navega hacia un puerto llamado “fracaso”. Ha sido una gestión mediocre y soportada en el engaño que se produce a través de medios subvencionados que resultan altamente onerosos para la sociedad, que ve postergadas sus necesidades y servicios públicos. En otras palabras, es un gobierno de una clase política que llegó al final de su ciclo con saldos altamente negativos, que lo mismo incluye a la administración de Javier Corral como la actual, que dicho sea de paso, se comparte con el PRI, que ya significa muy poco en la entidad, y de ese PRI el peor de todos, el de César Duarte, gran surtidor de chambas en el maruquismo.

En materia de seguridad, que es uno de los problemas que más se resienten, dos ciudades se cuentan entra las más peligrosas a nivel internacional. Se trata de Chihuahua, gobernada por Marco Bonilla del PAN; y Ciudad Juárez, gobernada por el expanista y hoy morenista Cruz Pérez Cuéllar.

Las noticias del día de hoy nos reportan un nuevo ataque armado en el municipio de Carichí, ubicado a menos de 200 kilómetros de la capital del estado y a 67 de Cuauhtémoc, con lo que quiero decir que esa violencia no está en una situación geográfica agreste, de difícil comunicación y mucho menos aislado. En la región de Nuevo Casas Grandes continúa la exhumación de cadáveres en fosas clandestinas; la crisis de los penales reporta evasiones y homicidios, y el crimen organizado mantiene su actividad y dosifica la violencia en toda la entidad. A esto se suma la crisis ancestral en el municipio de Guadalupe y Calvo y el crecimiento de la violencia en Guachochi.

Frente a esto ha estado la oferta de una suntuosa Torre Centinela que realmente nadie sabe para qué servirá. La tecnología hoy permite tener centros igualmente eficaces en cualquier parte del territorio, con menos gastos, pero aquí lo que importa es la ostentación y los negocios con los constructores.

La corrupción política continúa y está presente desde las altas esferas hasta los simples agentes de Vialidad que practican la mordida de manera pertinaz.

La economía, según datos oficiales, reporta que los que menos tienen y son más vulnerables lo son aún más durante este gobierno. En materia de Salud hay un gran despliegue publicitario que no se corresponde ni con la cantidad y ni la calidad de los servicios. Pensiones Civiles del Estado sufre una crisis profunda. Y así podríamos enumerar otras ramas de la administración.

La preocupación central de la clase política gobernante está en otro apartado y tiene que ver con quién ejercerá el poder a partir de que concluya el actual gobierno. María Eugenia Campos está más atenta a su futura sucesión, ante la posibilidad de que MORENA gane las elecciones en 2027. Sabe que este partido es capaz de quitarle, en los hechos, el apoyo del PRI que hoy prácticamente milita en el partido guinda.

Para María Eugenia Campos gobernar en este momento es un problema sucesorio. Se excluyó de la candidatura presidencial en 2024 porque segura estaba de la derrota inminente; pero aquí, en su territorio, va a buscar refrendar a su partido en el poder para levantarse con cierto peso ante el PAN en el plano nacional.

Tarea difícil, pero que además maneja con frivolidad, como lo hemos visto con un par de hechos, aparentemente inocuos, pero tienen que ver con lo que vendrá. Se trata de sendas visitas al Palacio de Gobierno: la primera, la de un hijo de Felipe Calderón; la otra, de Santiago Creel.

Maru Campos, la mujer que da declaraciones abriendo y cerrando una puerta, escenográficamente, ahora guiñó el ojo a la vez que decía: “¿Cómo les parece Creel para candidato?”. Este coqueto pestañeo sería el preludio de la derrota del PAN en toda la línea. Esta forma anodina de gobernar lesiona al mismo partido al que pertenece Campos Galván. Hiere a los aspirantes locales, pero poco le importa.

En política comparada, la Ejecutiva local sale muy mal librada. Va el ejemplo: recientemente Donald Trump conminó a los gobernadores de su país para que acaten sus órdenes ejecutivas, y le reclamó a Janet Mills, del estado de Maine, con formas violentas, amenazantes y atrabiliarias. La ciudadana Mills no se inmutó, y sólo dio por respuesta: “Nos vemos en los tribunales”. Así actúan quienes defienden la soberanía interior en un estado federativo.

A contrapelo de esto, la gobernadora de Chihuahua no pierde oportunidad de firmar desplegados lambiscones y de adhesión a Claudia Sheinbaum. Su firma se ha sumado al coro ordenado por Palacio Nacional.

Ni en los peores tiempos del PRI.