Marta Lamas recién publicó, bajo la firma editorial Océano, un libro llamado a tener una importancia capital. Se llama Dolor y política, lo leeré con mucha atención y adelanto la reseña que nos brinda el día de hoy el periódico Reforma, de cuyo texto se desprende el significativo valor de la obra de la notable feminista y antropóloga.

Veamos premisas: 

Lamas dice: “Tenemos que definir bien si pintarrajear un monumento o romper una puerta es violencia. Son actos disruptivos, confrontativos, pero, frente a los feminicidios, yo diría que no son violencia. El movimiento feminista no ha matado a nadie y espero que nunca mate a nadie. Entonces, ¿a qué le vamos a llamar violencia?”.

Obvio que de esos actos se ocupa sobradamente la prensa, generando una visión unidireccional. Pero es una obviedad que sólo cuando se dan este tipo de hechos es cuando la sociedad cobra consciencia de un problema mucho mayor que implica ir “soltando rabia, indignación y rompiendo cosas”. 

No oculta la escritora que “hay una legitimidad de la indignación y de la rabia como respuesta a lo que está pasando, pero también creo que sí tenemos que dar esa discusión sobre cuáles son las vías más productivas y menos contraproducentes para dar camino a esa rabia y a esa indignación”. 

Sin duda tiene razón Marta Lamas, el feminismo es una propuesta de emancipación, siempre sujeto a la crítica progresiva. Repito, no he leído el libro, lo haré tan pronto pueda.