Seguramente por el gran parecido que tiene el Támesis con el Chuvíscar, Marco Bonilla viajará a Londres para darse un tono internacional en su ansiada y vertiginosa carrera política.

Para la ciudad de Chihuahua el viaje no significa nada, porque seguirá con sus baches, con su inseguridad, su carencia de agua, su deficiencia de luminarias por falta de mantenimiento, su voracidad recaudatoria, y el pago preferente a medios de comunicación adulatorios, con sus encuestas a modo, para exaltar, desde ahora, la figura del alcalde.

Es el turismo político de moda con cargo al erario. Si Maru viajó ya a París, Madrid y Washington, el alcalde no quiere quedarse atrás y también anuncia que en Londres promoverá la inversión para el municipio en una feria internacional especializada en la industria aeroespacial, sí, leyó usted bien, “aeroespacial”.

Es una más de las tomaduras de pelo que nos quiere dar el maruquismo. Todo mundo sabe que el procesamiento de decisiones estado-estado lleva tiempo para su maduración y ese tiempo a veces puede ser de años, impensable cuando se colocan los actores desde la vitrina de un municipio distante para el ojo de Londres, en este caso, y de quienes exponen en la feria de referencia.

Los recibirán por cortesía, porque a ese nivel a nadie se le regatean las reglas de urbanidad; pero de ahí en adelante, Marco Bonilla será un perdido espectador de cosas que ni siquiera están en el ámbito de su conocimiento. Una cosa son las empresas de limpieza como KLIFER, y otra la gran industria que se proyecta mínimo para todo el siglo XXI, pensando en el soporte mundial que se requiere.

Está presente, sin duda, ese afán de autopromoción, de consumo netamente microscópico para la ciudad de Chihuahua y el estado, en el todavía lejano 2027, cuando andarán de la greña el propio Bonilla, Mario Vázquez y algún delfín de la santa casa de la gobernadora.

Buscando incidir en las naves espaciales del futuro, en una de esas y nos viene con la idea de que el Chuvíscar puede ser navegable.

Y nada más.