El gobierno de Maru Campos, a través de la Junta Municipal de Aguas y Saneamiento, ahora encargada a Alan Falomir, el inexperto en esta materia, ha salido con el cuento –palabras más, palabras menos– de que la presión del agua en la ciudad de Chihuahua disminuiría por “una falla eléctrica”.

El discurso oficial, al que se sumó el infaltable Marco Bonilla, resultó extraño en el fondo y con un propósito evidente, que es culpar a la Comisión Federal de Electricidad por deficiencias en el suministro de energía a la batería de pozos que alimentan la ciudad.

Digo “extraño” porque en un muestro que hizo esta columna no se detectó que la presión del agua haya disminuido durante los tres días que se señalaron. En el fondo, el tema es que se avecina una precariedad en el suministro del agua, no se diga a las colonias donde de plano no llega habitualmente y en las que el servicio se hace mediante tandeos, sucede periódicamente en las que se ubican alrededor de la Feria de Santa Rita que sufren el desabasto inexplicablemente, aunque las voces oficiales se empeñen en decir que ese fenómeno no existe. En contraste tenemos a grandes empresas, como Bafar, que tienen gran consumo y no pagan ni un quinto.

Esto es así, lo evidencia la obsolescencia de la red que ha llegado a su límite por el simple transcurso del tiempo, pero además ese fenómeno también afecta a las instalaciones de los pozos, donde algunas tendrán que repararse integralmente o de plano ser sustituidas, todo lo cual se puede agravar en estos meses de mayo y junio que es cuando aumenta el consumo pero se mitiga con las lluvias, si es que llegan.

Encontramos aquí el típico recurso de evadir el bulto responsabilizando a otros, y que mejor que señalar a la CFE, que sin el afán de defenderla, atiende prioritariamente, por políticas de servicio público, a los pozos de la ciudad.

En otras palabras, el empleo de la mentira como arma política.