Si nos atenemos a la publicidad pagada por el municipio de Chihuahua, tendríamos que creerle al alcalde que vivimos en una comunidad de las mejores del país, con menos informalidad, con una movilidad urbana ejemplar, y que él, por eso, es de los mejor evaluados de toda la república.

Pero si tenemos alguna conexión con la realidad, tendremos por necesidad que llegar a conclusiones muy diferentes, en especial en el tema de la seguridad pública, ya que la nota constante es que la misma va al alza y es incontrolable.

Cierto que es una esfera en la que todas las competencias se involucran (federal, estatal, municipal), pero los vecinos no son expertos en este ámbito de facultades que tienen los gobernantes. De esta manera los índices de homicidios, el robo a comercios, domiciliarios, patrimoniales, y la misma informalidad económica desmiente la alegre publicidad gubernamental.

Movería a risa, si no fuera por el dolor que esto causa, que el comisario de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, Julio César Salas, compare la cifra de 37 eventos violentos en la capital durante el mes de febrero, respecto del mismo mes del año anterior, para marcar que la tendencia sigue igual, aunque se percibe de mayor gravedad.

Y si hablamos de risa es porque lo único que tiene que presumir este comisario, es que registra las horas en las que suceden los hechos. Por ejemplo, dice, que entre las cero horas y un minuto antes de las 3:00 de la madrugada es cuando se victima a personas, y hasta nos dice en qué distritos, y con todo eso en conjunto presume trabajo.

Pero la realidad se impone: los homicidios están igual ahora que hace un año.

Esta es la ciudad con la que fanfarronea Marco Bonilla. Y así quiere gobernar el estado.