La estampida que no fue, con mancornados prianistas
El repudio colectivo al evento “Longhorn” fue patente. Paralizar la ciudad para que transite un puñado de reses es una desmesura que sólo se explica por la frivolidad con la que se condujeron los directivos de la CANACO con la obsequiosidad de Marco Bonilla
Se quiere meter con calzador una “identidad chihuahuense”, pero a partir de visiones estrechas y copiadas, olvidando las elementales tradiciones mexicanas, y en este caso las chihuahuenses.
Por otro lado, se pretenden presumir “primeros lugares”: que aquí fueron más reses, o que la concentración de bailadores con Caballo Dorado fue exorbitante, buscando romper récords Guiness. En tanto la movilidad social se trastoca, los baches abundan, la oscuridad de la ciudad no se abate con lámparas desperdigadas, y la delincuencia menor alcanza cifras que se esconden en las estadísticas oficiales.
No cabe duda de que quieren gobernar Chihuahua a punta de fiestas. No salimos de una cuando ya estamos en otra. Y ahí viene la Expogan, luego la Feria del Hueso, los festejos de la Revolución y el llamado “Guadalupe-Reyes”. Negocios y más negocios, y la economía familiar por los suelos.
Para lo que sí resultó, y muy bueno, Marco Bonilla, fue para mancornarse a tres semovientes sagrados de la política local: Reyes Baeza atado a Juan Blanco y Javier Garfio con el propio alcalde de la ciudad, dando muestras de su duartismo a toda prueba.
No se pusieron el yugo de los bueyes, pero dan muestra de que rumbo al 2024 serán yuntas del mismo ganado.