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El desvergonzado secretario de Hacienda, Jaime Herrera Corral, dio a conocer que la agencia de las finanzas internacionales, Moody’s, otorgó a Chihuahua calificación “Triple A” en materia de crédito y endeudamiento de las finanzas estatales. Habría qué ver. Sin embargo, como esas intervenciones se realizan a modo de los intereses de las finanzas internacionales, en el caso que me ocupa de los Estados Unidos, están bajo sospecha de a quién benefician estas declaraciones, y de antemano debe quedar más que claro que no es a los hombres y mujeres de a pie. Pero el comentario no pretende bordar sobre eso, sino sobre la desfachatez de Jaime Herrera que, ahora sí, reconoce la autoridad de Moody’s para regodearse de su letal instancia en la hacienda chihuahuense. Quiere decir que Moody’s es muy loable en sus dictámenes cuando le favorecen y prácticamente despreciables hasta la negación cuando ponen al descubierto el conflicto de intereses en el que Herrera está inmerso, por su dualidad esquizofrénica al tener una personalidad de apoderado de Unión Progreso y, a la vez, de funcionario público apalancador de su propio banco con dinero público. Escenifica al personaje del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (uno y el mismo). Está claro que cuando Moody’s dijo que tanto él como César Duarte y Carlos Hermosillo, ponían bajo sospecha la legitimidad del banco al ser funcionarios y accionistas, había que denostar a Moody’s, darle la ley del hielo. Pero ahora que se ve favorecido le rinde loas y ditirambos. Incongruencias y, si me apuran un poco, bipolaridad utilitaria. Por cierto, ¿cuándo se va?

 

González Tachiquín: desahogado de la función pública, hasta libros presenta

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Tan desahogado está en la función pública el señor Marcelo González Tachiquín, que hasta se da el lujo de presentar el voluminoso libro de Jorge Castañeda, Amarres perros. Al parecer le quedan muchas horas libres para la lectura, la anotación y hasta la incursión en un tema del que obviamente es adversario, como sería el comportamiento de un político que ha jugado un rol despreciado en el PRI, como lo es la actividad desplegada por muchos años por el excanciller foxista, una especie de Talleyrand mexicano que nació en pañales de seda en la casa de un político del PRI –su padre–, fue comunista, cardenista-perredista, gordillista, fox-panista, candidato independiente y muchas cosas más a las que por cierto tiene el pleno derecho. O sea, como Talleyrand, que a su tiempo fue regicida –mandó a la horca a Luis XVI–, fue anticlerical y terminó sirviendo a los poderes más autoritarios de los que vinieron después de la revolución francesa. Por ello siempre me ha sido muy cara la frase de Cioran que transcribo a continuación: “Mi debilidad por Talleyrand. Cuando se ha practicado el cinismo de palabra únicamente, se siente una gran admiración por alguien que tan magistralmente lo tradujo en actos”.