Columna

Injusto gravamen de Trump a las remesas

La pretendida iniciativa de Donald Trump para gravar con 5% las remesas al extranjero, es más que una intención de expoliar más a los mexicanos que trabajan o tienen empresas en Estados Unidos. Es una más de las amenazas que suele anunciar el presidente norteamericano para agredir al resto del mundo; en nuestro caso es algo que puede resultar particularmente grave si estimamos la cuantía de lo que llega mediante esos envíos y lo que significan para infinidad de familias, principalmente de bajos recursos.

Bien es cierto que de antaño se reconoce el poder fiscal del Estado para, soberanamente, fijar las contribuciones, los impuestos. Se le considera una marca de la soberanía el poder hacerlo en su propio territorio sin importar lo que suceda allende del mismo.

De manera más que simplona se podría hacer un silogismo que derivara en que los Estados Unidos, también soberanamente, fije los impuestos que le venga en gana sin más contrapeso que el que pueda encontrar en los recursos jurídicos del propio país.

Pero esto no es cierto. En primer lugar, y dada la complejidad de las interrelaciones económicas en el mundo actual, suele haber tratados en los que de Estado a Estado se pactan contenidos y modos fiscales que redundan en beneficios recíprocos y que aparte dan certidumbre a infinidad de actividades económicas, entre ellas las que impactan al mundo laboral y a millones de gentes que viven del trabajo asalariado. Quien recibe un salario en Estados Unidos o el pago de algún servicio, paga instantáneamente impuestos y queda a salvo de cualquier otra imposición fiscal.

México está en esta condición y tiene tratados que deben respetarse para evitar la doble tributación. Es obvia la injusticia de someter a un doble impuesto a una sola fuente de ingresos o renta. Este es el más valioso argumento para debatir en la escena internacional la amenaza que Trump ha lanzado y que puede llegar a convertirse en ley definitiva, lesionando el interés de miles de trabajadores mexicanos que destinan su patrimonio a la satisfacción de sus propias necesidades en territorio mexicano valiéndose de las remesas en dinero.

El planteamiento de proscribir la doble tributación es una herencia del liberalismo económico que rige en los Estados Unidos y México. Eso es en el plano de una tradición histórica, firme y vigente. Pero puede pasar que este desafío imperial cobre realidad y perturbe de manera grave a la gran nación mexicana que vive en ambos territorios.

De acuerdo a estadísticas de la banca nacional, en 2024 México recibió un total de 64 mil 745 millones de dólares en remesas y esto representa un nuevo máximo histórico respecto del año anterior con un aumento del 2.3%. Son cifras que envidiaría cualquier empresa pública mexicana, por más que se presuma en el gobierno federal como un logro.

Es ominoso el dato de que Trump ya logró el primer paso para darle entrada a su iniciativa fiscal, pues un comité del Senado admitió hace unos días la propuesta que queda en espera de que el órgano legislativo competente de los Estados Unidos diga la última palabra.

Este hecho es una muestra más del cerrado proteccionismo que viene en el futuro estadounidense y que además está inscrito en una sólida tradición de ese país.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha tildado esta pretensión de “injusta y discriminatoria”. Lo que resta es esperar el desenlace y escoger las formas del litigio internacional para proteger a los mexicanos del agresivo trumpismo.