El Congreso del Estado es una sastrería. Hace trajes y chalecos exactamente a la medida de los que se van a beneficiar con sus leyes. Se puede decir de otra manera: leyes especiales que ya portan un retrato hablado del beneficiario, o decisiones arbitrarias para transgredir la normatividad vigente.

Es grotesco el papel que viene desempeñando el Congreso, sojuzgado por el Ejecutivo, para confeccionar una Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Chihuahua, que le permita a Jesús Villalobos Jión ser rector, salvando así la restricción que la misma ley dispone para quienes han ocupado el cargo.

Se votó en comisiones el dictamen que se presentará al Pleno del Congreso para modificar el régimen de la UACh. En un esquema de co-gobierno con el PRI, no es extraño que el diputado priista Omar Bazán Flores vaya cogido de la mano de Georgina Bujanda, del PAN, en este afán de Villalobos Jión de llegar a la rectoría.

Salpican la reforma con detalles tales como que la UACh podrá “vender sus productos a través de un esquema regulado”, lo que es una obviedad en dos sentidos: ni los productos son muchos, y todo mundo supone que esa actividad estará sujeta a norma.

Son de las baratijas que vende el maruquismo para embaucar a la ciudadanía. El fondo es llevar a la rectoría, a como dé lugar, al rector actual, artífice mismo de la iniciativa de la que pretende autobeneficiarse.

Por eso catalogo al Congreso como una vulgar sastrería en la que, si tienes poder, ordenas y pagas tu propio traje, y todos contentos.

Cada vez el foso en que está hundida la Universidad Autónoma de Chihuahua se hace más profundo. A María Eugenia Campos Galván esto la tiene sin cuidado. Sus ojos están en el Tec de Monterrey, en la Universidad de Georgetown, y nunca en la educación pública, la única que puede garantizar un proyecto genuino en favor de la sociedad y sin exclusivismos y particularisimos.

Si a Jesús Villalobos Jión se le conoce desde los tiempos estudiantiles como “El Caballo”, ya podemos decir que Maru tiene las riendas en la mano de su Incitato, nombre del equino que Calígula hizo emperador.